La verdad entre la chinita y la abeja



Había una vez en un colorido jardín, una chinita llamada Lili y una abeja llamada Bibi. Eran amigas inseparables, siempre explorando flores y disfrutando del dulce néctar. Sin embargo, un día, un malentendido ocasionó que las dos se distanciaran.

Todo comenzó cuando Lili encontró un frasco de miel en la base de un árbol y, emocionada, decidió probarla a escondidas. Sin embargo, al ver que Bibi se acercaba, rápidamente puso el frasco de nuevo en su lugar. Bibi, que había estado buscando ese frasco para preparar su cena, se sintió traicionada al ver a Lili con el frasco vacío.

"¿Por qué no me dijiste que habías encontrado mi miel?" - preguntó Bibi, con el zumbido que le daba la tristeza.

"No pensé que fuera importante. Solo quería un poco para mí" - contestó Lili, tratando de disimular su culpa.

Desde ese día, la chispa de su amistad comenzó a apagarse. Cada una pasaba sus días sin hablarse, incluso cuando coincidían en el jardín.

Un día, mientras paseaba, Lili se sentó en un pétalo suave y comenzó a reflexionar.

"¿Por qué me cuesta tanto decir la verdad?", se preguntó. "La amistad es más importante que un rato de miel. ¿Y si le digo lo que realmente pasó?". Lili cerró los ojos y se imaginó cómo sería todo si Bibi se enojaba. Pero el silencio entre ellas dolía más que cualquier varita de dolor.

Mientras tanto, Bibi zumbaba de flor en flor, pero su corazón sentía la falta de Lili.

"Esto no puede seguir así...", murmuraba Bibi. "Quizás si encuentro una forma de acercarme a Lili, podremos resolver esto".

Decidida, Bibi pensó en una manera de comunicarle cómo se sentía. Así que realizó un pequeño cartelito que decía: "Amiga, hablemos y resolvamos esto. Te espero debajo del gran roble."

Esa tarde, Lili vio el cartel y su corazón dio un brinco de alegría.

"¡Bibi quiere hablar!" - exclamó, corriendo hacia el gran roble.

Una vez allí, las dos amigas se encontraron y el sol iluminaba el lugar, pero la atmósfera se sentía densa.

"¡Hola, Lili!" - dijo tímidamente Bibi.

"Hola, Bibi... estoy muy triste por esto" - respondió Lili, sintiendo cómo se le apretaba el pecho.

Ambas se sentaron en raíz del roble, mirando hacia el suelo, sin saber por dónde empezar.

"Siento mucho que no te haya contado sobre la miel. No quería que te enojaras" - confesó Lili, con voz temblorosa.

"Yo también siento mucho haber supuesto lo peor de vos. No te pregunté y me dejé llevar por la decepción" - contestó Bibi, sintiendo una pequeña lagrimita asomarse.

Un silencio rodeó a las amigas, pero esta vez, era un silencio de entendimiento.

"Creo que deberíamos hacer un pacto de la verdad", propuso Lili. "Prometamos no escondernos más cosas y a hablar siempre con sinceridad".

"¡Sí! Y así, nuestra amistad nunca se verá amenazada de nuevo" - contestó Bibi, mostrando su mejor sonrisa.

A partir de ese día, Lili y Bibi comenzaron a compartir sus pensamientos y sentimientos, aunque a veces no fueran fáciles de expresar. Aprendieron que a veces la verdad puede doler un poco, pero que siempre, siempre, es mejor enfrentarla juntas que vivir en el silencio y el malentendido.

Con cada palabra, su amistad creció, convirtiéndose en un lazo más fuerte que el más dulce de los néctares. Nunca más volvieron a permitir que una mentira se interpusiera entre ellas.

Y desde entonces, los dos amigos exploraron no solo el jardín, sino también los secretos de sus corazones, siempre con la luz de la verdad y la alegría de la confianza.

FIN.

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