La Verdadera Belleza



En un pintoresco pueblo llamado Arcoíris, vivían dos chicas, Amelia y Alizabeth. Amelia era conocida como "La Fea Amelia" ya que siempre parecía un poco desaliñada y no cuidaba mucho su apariencia. Pero Amelia tenía algo que la hacía especial: una increíble poción de belleza que había encontrado en un viejo libro de recetas. Por otro lado, Alizabeth era conocida por su belleza radiante. Su cabello dorado y su sonrisa iluminaban a todos a su alrededor. Pero, a pesar de su belleza, Alizabeth siempre sentía que debía demostrar algo más que su apariencia.

Un día, Amelia decidió probar su poción de belleza en el pueblo, pensando que tal vez, si se veía hermosa, podría hacer nuevos amigos. Entonces, se armó de valor y se dirigió a la plaza.

"¡Mirá! ¡Es Amelia!" - comentó un grupo de chicos, sorprendidos por lo que veían.

Amelia lucía impresionante. Su cabello ahora brillaba, su piel resplandecía, y estaba vestida con una elegante ropa que la hacía parecer una princesa. Todos en el pueblo se quedaron atónitos. En ese momento, Alizabeth estaba en la misma plaza, y al ver a Amelia así de hermosa, se sintió algo insegura.

"¿Por qué Amelia se ve así? A veces creo que no soy suficiente solo con ser bonita" - murmuró para sí misma, mientras observaba cómo todos rodeaban a Amelia.

Pero Amelia, aunque disfrutaba de la atención, empezó a darse cuenta de que no solo quería ser conocida por su belleza. Así que, tras un momento eufórico, decidió mostrar su verdadera personalidad.

"Gracias por los cumplidos, pero quiero que me conozcan por quien realmente soy. Me encanta pintar y cantar" - explicó a todos.

Mientras tanto, Alizabeth, por curiosidad, se acercó a Amelia.

"Hola, Amelia. Te ves increíble. Pero, ¿no te gustaría ser hermosa siempre?" - preguntó Alizabeth con curiosidad.

Amelia sonrió y respondió:

"Tal vez, pero lo que realmente me hace hermosa no es la poción, sino lo que llevo dentro. Cada uno de nosotros tiene algo especial que ofrecer al mundo, más allá de la apariencia externa".

Esa respuesta hizo que Alizabeth pensara. Así que, recordó lo que realmente le gustaba hacer: pintar.

"A mí también me encanta ser creativa. Siempre quise hacer un mural para que todos lo vean, pero nunca me atreví" - dijo Alizabeth, con una chispa en los ojos.

Amelia tuvo una gran idea:

"¡Perfecto! ¡Podemos hacer el mural juntas! Tu creatividad y mi amor por la pintura harán que sea algo hermoso".

Ambas chicas unieron fuerzas, y en los días siguientes, trabajaron en el mural. Amelia mezclaba los colores y Alizabeth pintaba con hermosos detalles. Al final, todo el pueblo se sorprendió al ver lo que habían creado juntas. Fue una maravillosa obra que representaba lo que cada uno tenía de especial.

El día de la inauguración del mural, la plaza se llenó de vecinos emocionados.

"¡Es hermoso!" - exclamó un niño.

"Sí, ¡bravo por Amelia y Alizabeth!" - aplaudieron otros.

Alizabeth y Amelia se miraron emocionadas.

"Lo hicimos juntas, como amigas" - dijo Alizabeth sonriendo.

"Sí, y aprendimos que la verdadera belleza viene de compartir y ser nosotros mismos" - respondió Amelia.

Desde ese día, el pueblo no solo conocía a Amelia como "La Fea Amelia" ni a Alizabeth solo como la chica hermosa, sino como las artistas que habían reflejado la verdadera belleza en su mural, que colgaba en la plaza para que todos lo apreciaran.

Así, las dos chicas se convirtieron en amigas inseparables, y aprendieron que la amistad y la aceptación de uno mismo son las cosas más importantes. Juntas, siguieron creando arte y disfrutando de sus pasiones, inspirando a todos a mirar más allá de las apariencias y encontrar la belleza en cada corazón.

Y así, en Arcoíris, la lección de Amelia y Alizabeth perduró por siempre: La verdadera belleza brilla más fuerte cuando se comparte y se celebra cada diferencia.

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FIN.

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