La verdadera historia de la familia Real



En un pequeño y encantador reino, vivía una joven llamada Ela, que siempre había querido ser la más querida por su belleza y elegancia. Sin embargo, tenía dos hermanas, Bella y Rosa, que eran amables y generosas con todos a su alrededor. A pesar de ser bellas, nunca se habían dejado llevar por la vanidad, y siempre trataban a Ela con cariño, a pesar de que ella era muy distinta con ellas.

Un día, el príncipe del reino anunció un gran baile para encontrar a su futura esposa. Todos estaban emocionados, pero Aela no podía soportarlo. "- ¿Por qué el príncipe no nota mi belleza?", se preguntaba, mientras su envidia crecía.

Bella y Rosa, entusiasmadas, decidieron ir al baile. "- Nos deberíamos preparar juntas, ¡será una noche mágica!", dijo Bella. Pero Ela, con malicia en su corazón, les respondió: "- Claro, pero yo debo prepararme sola porque tengo un hechizo especial que me convertirá en la estrella de la noche."

Mientras sus hermanas se preparaban con corazones puros, Ela ideaba un plan para sabotear su felicidad. "- Si no puedo ser la más bonita, al menos haré que ellas no sean felices", murmuró entre dientes. Así que preparó unas pociones con ingredientes extraños para hacer que Bella y Rosa se sintieran mal durante el baile.

El día del baile, Bella y Rosa estaban radiantes. "- ¡Mira qué hermosas estamos!", exclamó Rosa. "- Sí, pero no nos olvidemos de que la belleza interior también es importante", la recordó Bella.

Mientras tanto, Ela se escondía en su habitación, satisfecha, pero cuando por fin llegó el momento del baile, algo salió mal. Las pociones que preparó no funcionaron como esperaba; en lugar de hacer que sus hermanas se sintieran mal, las volvieron aún más encantadoras y brillantes.

Al llegar al baile, el príncipe quedó deslumbrado por la bondad y la alegría que irradiaban Bella y Rosa. "- ¡Qué hermosas y amables son!", exclamó mientras conversaba con ellas. A medida que pasaba el tiempo, la envidia en el corazón de Ela se transformó en rabia. "- ¡No puedo permitir que se queden con el príncipe!", gritó. Decidida a arruinarlo todo, se disfrazó y se coló en el baile.

Cuando llegó, las hermanas se dieron cuenta de que se acercaba su hermana con la intención de crear problemas. "- ¡Ela! ¿Qué estás haciendo aquí?", preguntó Bella. "- ¡Silencio! Vine a mostrar de qué estoy hecha", respondió Ela, desatando un hechizo sobre las luces del baile que hicieron que todo se oscureciera.

Pero en lugar de provocar pánico, las luces mágicas transformaron el lugar en una escena de cuentos de hadas. Las personas comenzaron a bailar al ritmo de una melodía mágica que hizo que Ela y sus hermanas se olvidaran de sus diferencias. El príncipe finalmente pudo ver la verdadera naturaleza de Ela y su intento de maldad.

"- ¿Por qué intentar arruinar nuestro momento en vez de compartirlo?", le preguntó el príncipe. Ela se sintió expuesta y, en un momento de reflexión, vio la bondad de sus hermanas. "- No sé por qué lo hice. Solo anhelaba ser feliz", confesó.

Bella y Rosa, mostrando su generosidad incluso en este momento, le respondieron: "- Podés unirte a nosotras, Ela. La felicidad se comparte, no se roba. Ven, bailemos juntos".

El príncipe, impresionado por la transformación de Ela y la nobleza de sus hermanas, comprendió el verdadero significado de la bondad. Al final de la noche, no solo Bella y Rosa encontraron el amor verdadero, sino que Ela también descubrió el valor de la bondad y la felicidad en ayudar a los demás. "- ¿Pueden perdonarme?", preguntó Ela con lágrimas en los ojos.

"- Claro que sí, hermanita. Juntos formamos una familia fuerte y amorosa", respondió Bella. Y así, la historia del baile eterno en el reino enseñó a todos que la verdadera belleza está en el corazón y que compartir el amor puede cambiarlo todo.

FIN.

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