La Vereda Unida
Había una vez una escuela técnica abandonada en un pequeño pueblo. La escuela estaba en muy mal estado y la vereda frente a ella estaba completamente destrozada.
Los alumnos de sexto año de la especialidad de Maestro Mayor de Obras, liderados por su profesor Roberto, decidieron tomar cartas en el asunto. Roberto se dio cuenta de que si querían tener una escuela digna, debían comenzar por arreglar la vereda. Pero no tenían los materiales necesarios para hacerlo.
Entonces, el profesor decidió buscar donaciones y pedir ayuda a la comunidad. Fue un trabajo duro convencer a todos para que colaboraran con materiales o mano de obra, pero poco a poco fueron logrando su objetivo.
Algunos vecinos donaron ladrillos, otros cemento y otros herramientas. Incluso consiguieron algunos voluntarios dispuestos a ayudarlos. Un día soleado, los alumnos se reunieron frente a la escuela con todas las donaciones recibidas.
Estaban emocionados y listos para empezar a construir la nueva vereda. Magalí, Santi, Alexis, Anabella, Mica, Joel, Priscila, Milagros, Nico, Pato, Nacho, Adriana y Jeremías formaron equipos y comenzaron a trabajar juntos. "Chicos ¡vamos! Tenemos mucho trabajo por delante", exclamó Roberto motivando al equipo.
Durante semanas trabajaron sin descanso bajo el sol ardiente del verano argentino. Cada uno tenía su tarea asignada: unos mezclaban el cemento mientras otros colocaban los ladrillos en su lugar correcto.
Poco a poco la nueva vereda fue tomando forma y los alumnos se sentían orgullosos de su trabajo. Cada día, al finalizar la jornada, se detenían a admirar lo que habían logrado. Pero justo cuando estaban por terminar, una tormenta inesperada llegó al pueblo.
La lluvia comenzó a caer con fuerza y amenazaba con arruinar todo el progreso que habían hecho. "¡No podemos dejar que la lluvia nos detenga! ¡Trabajemos más rápido!", gritó Roberto intentando motivar a sus alumnos.
El equipo redobló sus esfuerzos y trabajaron bajo la lluvia sin importarles estar completamente empapados. Juntos, lograron terminar la vereda antes de que la tormenta empeorara. Cuando finalmente paró de llover, los alumnos observaron su obra completada.
Estaban felices y satisfechos de haber superado todos los obstáculos para lograrlo. La comunidad quedó asombrada por el trabajo realizado por estos jóvenes estudiantes y les agradeció profundamente por mejorar el entorno de la escuela técnica.
Esta experiencia enseñó a Magalí, Santi, Alexis, Anabella, Mica, Joel, Priscila, Milagros, Nico, Pato, Nacho Adriana y Jeremías sobre el poder del trabajo en equipo y cómo enfrentar desafíos hasta alcanzar nuestros objetivos. Desde ese día en adelante siempre supieron que juntos podrían lograr cualquier cosa que se propusieran.
Y así fue como aquel grupo de jóvenes dejó un legado inspirador para las futuras generaciones de estudiantes.
FIN.