La victoria de Nicolás


. Vivía en una pequeña ciudad rodeada de montañas y ríos cristalinos, donde disfrutaba patinando por las calles y nadando en el río con sus amigos.

A pesar de su talento deportivo, siempre había sido más interesado en los estudios que cualquier otra cosa. Un día, Nicolas recibió una invitación para participar en una competencia nacional de natación. Aunque estaba emocionado por la oportunidad, también se sintió abrumado por el desafío que tenía por delante.

La competencia incluía a los mejores nadadores del país, muchos de los cuales eran mayores y más experimentados que él. Nicolas comenzó a entrenar aún más duro que antes.

Practicaba todos los días después de la escuela durante horas y horas. Pero cuanto más se esforzaba, más se daba cuenta de lo lejos que estaba del nivel requerido para ganar la competición. Una tarde mientras patinaba por las calles vacías, un anciano apareció frente a él sin previo aviso.

- Hola Nicolas -dijo el anciano-. He visto cómo te has estado preparando para esa gran competencia. - Sí -respondió Nicolas-, pero no estoy seguro si puedo hacerlo bien. - No subestimes tu propio potencial -dijo el anciano-.

Puedes ser alto, mono, inteligente y veloz... pero todo eso no significa nada si no tienes confianza en ti mismo. Nicolas pensó en las palabras del anciano durante toda la noche.

Al día siguiente regresó al entrenamiento con una nueva actitud: determinado a dar lo mejor de sí mismo sin importar el resultado final. Finalmente llegó el día de la competición nacional. Los nervios de Nicolas estaban a flor de piel mientras se preparaba para la carrera.

Pero cuando llegó su turno, saltó al agua con una confianza que nunca había sentido antes. Nicolas nadó con todo su corazón y alma. Cada brazada fue más fuerte que la anterior, cada patada más poderosa.

Al final, tocó la pared en primer lugar y rompió el récord nacional. La multitud enloqueció mientras Nicolas salía del agua, sus amigos corriendo hacia él para felicitarlo. El anciano también apareció entre ellos. - Felicitaciones -dijo el anciano-.

Siempre supe que podías hacerlo. Nicolas sonrió ampliamente, sabiendo que tenía razón: no importa cuán alto o mono o inteligente seas...

lo único que necesitas es creer en ti mismo y dar tu mejor esfuerzo todos los días para alcanzar tus objetivos.

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