La victoria del equipo de las palabras



Había una vez un grupo de amigos llamados Agudas, Graves y Esdrújulas que vivían en un pequeño pueblo en Costa Rica. Eran jugadores de fútbol muy talentosos y siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente.

Un día, Agudas estaba practicando tiros al arco cuando se dio cuenta de que su amigo Graves no estaba muy contento. Se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. "Estoy triste porque no puedo jugar bien", respondió Graves con tristeza.

Agudas se preocupó por su amigo y decidió ayudarlo. Juntos, entrenaron todos los días para mejorar las habilidades de Graves.

Le enseñaron cómo patear la pelota con fuerza y precisión, cómo controlarla mejor y cómo ser más rápido en el campo. Poco a poco, Graves fue ganando confianza en sí mismo gracias al apoyo incondicional de Agudas. Pronto, se convirtió en uno de los mejores del equipo.

Un día, mientras estaban jugando un partido importante contra otro equipo del pueblo, Esdrújulas cometió un error que les costó un gol en contra. Estaba muy avergonzado y sintiéndose culpable por haber fallado. Agudas y Graves se dieron cuenta de lo mal que se sentía su amigo y decidieron animarlo.

Lo rodearon con cariño y le dijeron que todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. "¡No te preocupes! Todos estamos aquí para apoyarte", dijo Agudas con una sonrisa reconfortante.

Esdrújulas se sintió mejor sabiendo que sus amigos lo respaldaban sin importar los errores que cometiera. Se levantó, sacudió el polvo y se comprometió a dar lo mejor de sí en el resto del partido.

Con la solidaridad y el respeto entre ellos, los tres amigos lograron remontar el marcador y ganar el partido. Celebraron juntos su victoria y se dieron cuenta de que no solo habían ganado un juego, sino que también habían fortalecido su amistad.

A partir de ese día, Agudas, Graves y Esdrújulas siguieron jugando al fútbol juntos, pero también aprendieron la importancia de la solidaridad y el respeto. Siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente y a animarse cuando algo no salía como esperaban.

Y así, estos tres amigos demostraron que en el fútbol (y en la vida) lo más importante es apoyarse unos a otros sin importar las dificultades. Juntos aprendieron valiosas lecciones sobre solidaridad, respeto e amistad verdadera.

Y vivieron felices para siempre compartiendo su amor por el deporte rey.

FIN.

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