La victoria del juego en equipo


Blanca y Yanira eran inseparables. Siempre iban juntas a la cancha de fútbol, donde compartían risas y emociones en cada partido. Eran un equipo imparable, se entendían con solo mirarse y se apoyaban sin importar qué.

Una mañana, Blanca amaneció con un resfrío fuerte. Estornudaba sin parar y tenía la nariz colorada como un tomate.

Yanira llegó a su casa temprano para llevarla al partido, pero al ver a su amiga tan enferma, decidió que lo mejor era que se quedara descansando. "No te preocupes, Blanca. Yo puedo jugar sola hoy", dijo Yanira con una sonrisa llena de confianza.

Blanca asintió débilmente desde su cama, sabiendo que su amiga daría lo mejor de sí en el campo. Se despidieron con un abrazo y Yanira partió hacia la cancha. El partido comenzó y Yanira se sintió extraña sin tener a Blanca a su lado.

A pesar de eso, no bajó los brazos y corrió tras la pelota con más energía que nunca. Sus compañeras notaron su determinación y empezaron a jugar en equipo como nunca antes lo habían hecho. El marcador estaba parejo cuando faltaban solo unos minutos para que terminara el partido.

Fue entonces cuando Yanira recordó algo importante: el consejo que siempre le daba Blanca antes de cada encuentro. "¡Vamos chicas! Recuerden lo importante no es ganar o perder, sino divertirse y apoyarse mutuamente", gritó Yanira con voz firme.

Las palabras de Blanca resonaron en el corazón de todas las jugadoras. Se miraron entre ellas y supieron que tenían razón; lo fundamental era disfrutar del juego juntas, pase lo que pase en el marcador.

Con renovadas fuerzas y una actitud positiva, el equipo de Yanira logró anotar un gol decisivo justo antes del pitido final.

La victoria fue emocionante, pero lo más importante fue ver la alegría en los rostros de todas las niñas al celebrar como verdaderas campeonas. Al regresar a casa, Yanira encontró a Blanca aún acostada en la cama. Le contó entusiasmada sobre el partido y cómo habían aplicado sus enseñanzas para lograr la victoria.

Blanca sonrió orgullosa mientras escuchaba a su amiga relatar cada momento especial del encuentro. En ese instante comprendió que no importaba si estaba enferma o ausente físicamente; siempre estaría presente en el corazón de Yanira y viceversa.

Desde ese día, Blanca y Yanira siguieron siendo las mejores amigas dentro y fuera del campo de fútbol. Comprendieron que la verdadera magia del deporte radica en la camaradería, el esfuerzo conjunto y la pasión por jugar juntas sin importar las circunstancias adversas.

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