La vid de Rosa y su familia
Había una vez una niña llamada Rosa, a quien le encantaba comer uvas con sus padres.
Cada tarde, después de la escuela, Rosa corría a la cocina donde encontraba a sus padres listos para disfrutar juntos de esta deliciosa fruta. Un día, mientras saboreaban las jugosas uvas, el papá de Rosa tuvo una idea emocionante. "¿Qué les parece si plantamos nuestra propia vid en el jardín?"- propuso con entusiasmo.
Tanto Rosa como su mamá estuvieron de acuerdo al instante y se pusieron manos a la obra. Juntos prepararon la tierra y plantaron la vid con mucho cuidado.
Todos los días regaban la planta y observaban cómo crecían los brotes verdes que poco a poco se convertirían en racimos de uvas. La espera era larga, pero finalmente llegó el momento en que las primeras uvas estuvieron listas para ser cosechadas.
Rosa estaba radiante de felicidad al ver el fruto de su trabajo en forma de pequeñas uvas maduras y listas para ser degustadas. "¡Qué ricas están!"- exclamó mientras compartía con sus padres aquellos sabrosos frutos que habían cultivado juntos.
Pero un día, cuando fueron al jardín para recolectar más uvas, descubrieron algo alarmante: algunas estaban desapareciendo misteriosamente. Rosa se puso triste al pensar que alguien o algo estaba arruinando su preciado cultivo. Decidida a resolver el misterio, Rosa ideó un plan ingenioso.
Colocó cámaras ocultas en el jardín para descubrir al culpable detrás de la desaparición de las uvas. Y así fue como descubrieron que un grupo de pájaros traviesos eran los responsables. En lugar de enfadarse, Rosa tuvo otra brillante idea.
Junto a sus padres construyeron espantapájaros coloridos y divertidos para proteger las uvas restantes. Los pájaros quedaron tan sorprendidos por estos nuevos habitantes del jardín que decidieron alejarse y dejar las uvas en paz.
Rosa aprendió una valiosa lección sobre perseverancia, trabajo en equipo y creatividad gracias a esta experiencia inolvidable junto a sus padres. Desde entonces, cada vez que comían uvas recordaban aquella aventura y celebraban lo importante que es enfrentar los problemas con ingenio y positividad.
Y así, entre risas y anécdotas compartidas alrededor de un racimo de uvas recién cosechadas, la familia de Rosa siguió creciendo fuerte y unida como aquella primera vid plantada con amor en su jardín.
FIN.