La Videollamada Sorpresa
Era una tarde soleada en Argentina, y el aire fresco de diciembre traía consigo el aroma de las galletitas de jengibre y el espíritu navideño. Garfun, Peca, Merca, Obi y Heidi, un grupo de amigos inseparables, estaban reunidos en casa de Heidi, emocionados por el reencuentro navideño de antiguos universitarios. Pero había un problema: Ricis, su amigo del alma, estaba en Hungría y no podía regresar a tiempo.
- ¡No puede ser que Ricis no esté acá! - exclamó Merca, frunciendo el ceño.
- Sí, estaba contando los días para verlos. ¡Lo vamos a extrañar mucho! - agregó Obi, mirando por la ventana con nostalgia.
- ¿Y si le hacemos una videollamada sorpresa? - sugirió Peca, iluminándose la cara como si se le hubiera ocurrido la mejor idea del mundo.
- ¡Eso! Vamos a conectarnos y alegrarle el día - dijo Garfun, estimulando el entusiasmo del grupo.
Así, decidieron preparar todo para la videollamada. Heidi ubicó su computadora en una mesa decorada con luces navideñas, y los amigos se acomodaron alrededor. Garfun tomó el teléfono y marcó el número de Ricis. El corazón de todos latía fuertemente, llenos de expectativa.
- ¡Vamos a conectarnos! - gritó Merca, mientras todos se acercaban a la pantalla.
Después de varios tonos, la pantalla se iluminó y apareció Ricis, con una gran sonrisa en su rostro y una bufanda colorida.
- ¡Hola, chicos! ¿Qué hacen? - preguntó al ver la reunión.
- ¡Sorpresa! - gritaron todos al mismo tiempo, y los ojos de Ricis brillaron de felicidad.
- No puedo creerlo, ¡los extraño tanto! - respondió, emocionado.
El grupo se dispuso a contarse todo lo que habían vivido en su tiempo separados. Garfun empezó a relatar cómo había comenzado su propio negocio de galletas navideñas.
- Y en estas fiestas, ¡he vendido más de mil! - dijo con orgullo.
- ¡Qué genial, Garfun! Yo por mi parte he estado cuidando de mis plantitas, ¡ya tengo un jardín entero! - comentó Peca, entusiasmada.
- Yo, en cambio, he comenzado a trabajar como voluntario en un refugio para animales. Nunca imaginé cuántos amigos animals podía hacer allí - celebró Merca, acariciando a su perro que estaba a su lado.
Obi, con tono más reflexivo, añadió:
- Me he metido en la fotografía. He estado capturando momentos en la naturaleza y hasta hice una exposición en la universidad. - Dijo con una sonrisa tímida.
Heidi, por su parte, relató su experiencia de haber viajado a diferentes lugares del país, aprendiendo sobre la cultura de cada rincón.
- Y ahora estoy pensando en escribir un libro sobre mis aventuras - finalizó, haciendo que todos aplaudieran.
Ricis escuchó con atención, llenándose de orgullo al escuchar cómo sus amigos habían crecido y encontrado nuevas pasiones. Sin embargo, de repente, su expresión cambió.
- ¿Saben? En Hungría he descubierto una tradición que me encantaría compartir con ustedes. Aquí, cada Navidad, los niños hacen una fiesta de juegos con luces y danzas. ¡Sería increíble si pudiéramos organizar algo parecido todos juntos el año que viene! - dijo, con una chispa de alegría en sus ojos.
El grupo estalló en un mar de ideas. - ¡Podríamos hacer una especie de videollamada masiva para presentar nuestras tradiciones! - sugirió Garfun entusiasmado.
- Y podríamos invitar a todos los compañeros de la universidad. Sería como un gran reencuentro a distancia - agregó Peca.
- ¡Eso es! Una fiesta virtual con juegos y sorpresas - propuso Merca.
La conversación se llenó de risas y entusiasmo mientras empezaban a planear lo que sería un eventazo inolvidable.
- No importan las distancias, siempre podemos estar conectados - reflexionó Heidi, con la mirada brillante.
Ricis sonrió con gran felicidad. - ¡No saben cuánto los extraño! Pero saber que podemos hacer esto juntos me llena de esperanza - concluyó.
Al despedirse, cada uno de ellos prometió prepararse para el próximo encuentro, sin importar el lugar, porque la verdadera amistad siempre había sido el mejor regalo de todos.
La llamada terminó, y aunque Ricis estaba lejos, el amor y el vínculo que compartían les había recordado que, a veces, la distancia solo sirve para fortalecer esos lazos invisibles. Así, en vísperas de la Navidad, el grupo se sintió más unido que nunca, soñando con un futuro lleno de aventuras compartidas, aunque solo fuera a través de una pantalla.
Y así, la historia de Garfun, Peca, Merca, Obi, Heidi y Ricis se siguió escribiendo, página a página, encuentro a encuentro, un cuento que nunca tendría final.
FIN.