La Videsita Valiente



En un hermoso valle lleno de colinas verdes, vivía una pareja llamada Juanita y Pablo. Ambos eran apasionados por su trabajo en el campo, donde cuidaban de las vides que crecían fuertes y sanas. Un día, mientras podaban las vides, Juanita le dijo a Pablo:

"¿Sabés qué? Este año será extraordinario. ¡Las uvas están brillando!"

Pablo sonrió y asintió:

"Sí, amor. Me siento muy orgulloso de nuestro trabajo."

Y así fue como nació su pequeña hija, Lila. Desde su más tierna infancia, Lila creció entre risas, juegos y, por supuesto, viñedos. Juanita y Pablo le enseñaron todo sobre el cuidado de las vides.

"Mirá, Lila, este es el arte de cultivar la tierra. ¡Las vides son mágicas!" - le decía su mamá mientras le mostraba cómo regar las plantas.

Sin embargo, un día, algo terrible sucedió. La enfermedad de la filoxera llegó a la región y comenzó a afectar las vides. Las hojas se marchitaban y los racimos de uvas se volvían escasos y tristes.

"¡Oh no! ¿Qué hacemos, Pablo?" - exclamó Juanita, llena de angustia.

Pablo, preocupado, contestó:

"Vamos a investigar, amor. No vamos a rendirnos así como así. La tierra y nuestras vides nos han dado mucho."

La familia trabajó día y noche, intentando salvar su amado viñedo. Pero, a medida que pasaban los meses, las vides seguían claudicando. La tristeza invadió el hogar: las discusiones se hicieron frecuentes, las sonrisas se apagaron y, por último, Juanita y Pablo decidieron separarse, dejando a Lila con el corazón roto.

"No quiero verlos tristes, no puede ser así..." - susurró Lila mientras miraba por la ventana cómo se llevaban sus risas.

Un día, mientras paseaba por los viñedos, Lila encontró un pequeño esqueje en el suelo. Era una planta resistente, distinta a las demás. Al observarlo, se le ocurrió una idea.

"¡Si yo cuido de esta planta, tal vez pueda hacer algo!" - se dijo a sí misma.

Lila comenzó a dedicar cada día a cuidar del pequeño esqueje. Le daba agua, lo protegía del viento y lo cuidaba con tanto amor. Con cada día que pasaba, el esqueje crecía y se volvía más fuerte. A fin de cuentas, su empeño no tardó en dar frutos.

Un tiempo después, Lila decidió que era hora de compartir su descubrimiento con sus padres. Juntó valor y fue donde Juanita:

"Mamá, encontré algo muy especial. Esta plantita puede ayudar a nuestras vides. ¡Mirá cómo creció!"

Juanita miró a Lila, sorprendida.

"¿De verdad, Lila?" - preguntó, con una chispa de esperanza en sus ojos.

Simultáneamente, Lila fue a buscar a Pablo. Al encontrarlos, dijo entusiasmada:

"Papá, mamá, esto es una oportunidad. ¡Podemos hacer algo juntos!"

La familia, unida de nuevo, se dispuso a investigar cómo reproducir el pequeño esqueje. Después de semanas de investigaciones y trabajo en conjunto, lograron cultivar una nueva cepa de vides que eran resistentes a la filoxera.

"¡Lo logramos! Estamos juntos de nuevo, y nuestras vides nadan en alegría" - exclamó Pablo.

El viñedo comenzó a florecer de nuevo, gracias al esfuerzo conjunto de Lila, Juanita y Pablo. Las risas regresaron a su hogar, y con el tiempo, la familia decidió abrir un pequeño taller para enseñar a otros agricultores sobre cómo plantar estas nuevas vides.

"¿Vieron? Las cosas pueden mejorar si trabajamos juntos. ¡A veces, las pequeñas cosas pueden hacer una gran diferencia!" - dijo Lila emocionada.

La familia siguió trabajando unida, y nunca olvidaron lo que aprendieron en el camino. Las vides florecieron una vez más, pero lo más importante era que el amor y la unión familiar crecieron aún más en su corazón.

FIN.

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