La visión del campeón



Había una vez un niño llamado Mateo que amaba el fútbol más que nada en el mundo. Todos los días, después de la escuela, se iba al parque con su balón y sus amigos para jugar partidos emocionantes.

Pero había algo que hacía que Mateo se sintiera diferente: usaba lentes. Debido a su mala visión, no podía ver bien la pelota cuando estaba lejos o en movimiento rápido.

Esto significaba que no podía jugar tan bien como sus amigos y siempre era el último en ser elegido para formar parte de un equipo. Un día, mientras observaba a sus amigos correr y disfrutar del juego, una idea brillante cruzó por la mente de Mateo.

Decidió ir a ver al señor Óptico, el especialista en lentes del pueblo. "-Hola señor Óptico -saludó Mateo-. Necesito unas gafas especiales para poder jugar al fútbol.

"El señor Óptico miró a Mateo con curiosidad y le preguntó:"-¿Y qué tipo de gafas necesitas exactamente?"Mateo explicó cómo quería unas gafas deportivas resistentes que no se cayeran ni siquiera cuando corría rápidamente por el campo de fútbol. El señor Óptico sonrió y dijo:"-Tengo justo lo que necesitas".

Luego sacó unas gafas especiales diseñadas especialmente para deportistas como Mateo. Cuando Mateo se puso las nuevas gafas, todo cambió. Podía ver claramente la pelota e incluso distinguir los movimientos sutiles de sus compañeros.

Estaba emocionado por poder jugar al fútbol como siempre había soñado. El día siguiente, Mateo llegó al parque con su balón y sus nuevas gafas deportivas. Sus amigos se sorprendieron al verlo tan entusiasmado y decidieron darle una oportunidad.

"-¡Mateo, ven a jugar con nosotros!" -lo llamaron desde el campo de fútbol. Mateo se unió al juego y demostró todo su talento. Sus nuevos lentes le permitían ver mejor que nunca, y sus habilidades en el fútbol comenzaron a destacar.

Marcaba goles increíbles y hacía pases precisos. Todos quedaron impresionados. Pero lo más importante fue cómo los demás niños cambiaron su actitud hacia Mateo. Ya no lo discriminaban ni lo dejaban de lado por usar lentes.

Ahora todos querían tenerlo en su equipo porque sabían que era un jugador valioso. Con el tiempo, Mateo se convirtió en uno de los mejores jugadores del barrio. Ganó torneos locales y representó a su escuela en competencias intercolegiales.

Pero lo más importante es que enseñó a todos que no importa si usas lentes o tienes alguna diferencia física, todos merecen ser tratados con respeto e igualdad.

Y así termina la historia de Mateo, el niño que no pudo jugar fútbol por usar lentes pero que encontró una manera de superar las barreras y demostrarle al mundo que todos tenemos talentos especiales, sin importar nuestras diferencias físicas.

FIN.

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