La Visita del Lobo Amigo



Era un día nublado en el bosque, y el aire se sentía un poco más frío de lo habitual. La pequeña Caperucita Roja estaba en su casa, acurrucada en su cama, sintiéndose un poco débil y con el ánimo por el suelo. Por suerte, su madre le había preparado una rica sopa de pollo para ayudarla a recuperarse. Sin embargo, Caperucita deseaba que su abuelita estuviera cerca para contarle historias mientras se sentía mejor.

Al mismo tiempo, en el bosque, el astuto Lobo, que había dejado de ser el temido cazador de las historias, se dio cuenta de que algo no andaba bien. Caminando entre los árboles, pensó: "Hoy no he visto a Caperucita salir para ir a casa de su abuela. Tal vez debería ir a visitarla. Puede que la ayude a sentirse mejor."

Y así, con la mejor de las intenciones, Lobo comenzó a acercarse a la casa de Caperucita. Cuando llegó, la vio a través de la ventana, luciendo un poco triste. Sin pensarlo dos veces, tocó la puerta.

"¿Quién es?" -preguntó Caperucita, con una voz débil.

"Soy yo, el Lobo, Caperucita. ¿Puedo pasar?" -contestó Lobo con suavidad.

Caperucita dudó por un momento, pero recordó que el Lobo había cambiado y ya no era un lobo feroz. "Está bien, entra," -dijo ella y, al abrir la puerta, lo vio con una canasta llena de frutas.

"Te traje unas frutas riquísimas, Caperucita. También tengo un cuento muy divertido. ¿Te gustaría escuchar?" -dijo el Lobo, sonriendo ampliamente.

"Eso suena genial. A veces, solo espero que el tiempo pase mientras me siento mal," -respondió Caperucita, sonriendo un poco.

El Lobo se sentó a su lado y comenzó a contarle historias extraordinarias, llenas de aventuras y risas. Las historias eran tan cautivadoras que Caperucita comenzó a olvidar que estaba enferma. Justo cuando el cuento más emocionante iba a comenzar, sintió que se le cerraban los ojos.

"Caperucita, ¿te estás durmiendo?" -preguntó el Lobo con ternura.

"Solo un poquito..." -respondió ella.

"No te preocupes, voy a quedarme aquí. Así podrás descansar y yo seguiré contando historias. ¿Te parece?" -ofreció Lobo.

Y así fue como Caperucita se quedó dormida mientras el Lobo continuaba contando su historia. Cuando despertó, se sintió un poco mejor.

"¡Qué suerte que viniste, Lobo! Me siento más animada. ¿Tenías más historias para contarme?" -preguntó Caperucita, ya con más energía.

"Por supuesto," -dijo el Lobo, "pero, ¿sabés qué? Creo que también podríamos hacer algo divertido juntos. ¿Qué tal si hacemos una obra de teatro con los personajes de mis cuentos?"

"¡Esa es una idea genial! Pero necesitaremos más amigos para hacerlo," -exclamó Caperucita con entusiasmo.

"Perfecto, llamemos a los otros animales. ¡Sera un espectáculo increíble!" -dijo Lobo emocionado.

Ambos se pusieron a organizar la obra. Llamaron a la tortuga, al conejo, y a muchos otros animales del bosque. Juntos, planearon los personajes y ensayaron las escenas. Caperucita ya no se sentía enferma; vivía momentos de alegría y amistad.

Finalmente, llegó el día del estreno. Todos los animales se juntaron en la casa de Caperucita y montaron un escenario. Caperucita, con su vestidito rojo, se sintió feliz, ya no solo era la protagonista de la obra, sino también la amiga del Lobo, quien había demostrado que la verdadera amistad es la que cuida y apoya en los momentos difíciles.

Cuando terminó el espectáculo, todos aplaudieron y rieron. Gracias a la visita del Lobo, Caperucita no solo había logrado recuperarse, sino que también había aprendido que, a veces, los amigos más inesperados pueden ser los que más nos cuidan y apoyan. La amistad entre el Lobo y Caperucita se volvió un cuento famoso en el bosque; todos hablaban de cómo un lobo y una niña pueden ser grandes amigos a pesar de los malentendidos del pasado.

Así, el bosque se llenó de risas, historia y alegría, siempre recordando que lo importante es cuidar a nuestros amigos y estar allí cuando más nos necesitan.

Desde entonces, Caperucita y el Lobo se volvieron inseparables y vivieron muchas más aventuras juntos, enseñando a todos que la amistad no tiene límites ni forma.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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