La visita inesperada del hada de los dientes


Ámbar se había despertado esa mañana con mucha ilusión. Había perdido su primer diente de leche la noche anterior y estaba segura de que el ratón Pérez vendría a dejarle un regalito bajo la almohada.

Pero cuando revisó debajo de su almohada, no encontró nada más que el huequito donde antes estaba su diente. -¡Mamá! ¡El ratón Pérez no me dejó nada! -exclamó Ámbar, al borde del llanto. Su mamá trató de consolarla, pero Ámbar estaba muy triste.

Había esperado tanto tiempo por ese momento y ahora se sentía decepcionada. Mientras tanto, en casa del ratón Pérez, las cosas estaban un poco complicadas.

El pequeño roedor tenía mucho trabajo que hacer esa noche y simplemente no había tenido tiempo de pasar por todas las casas como siempre lo hacía. -Oh no... esto es terrible -suspiraba el ratón mientras revisaba su lista-. Tengo que encontrar una solución...

Fue entonces cuando recordó algo importante: él era el ratón Pérez y su trabajo era ayudar a los niños en momentos difíciles como este. Así que decidió poner manos a la obra para resolver la situación de Ámbar.

Al día siguiente, después de la escuela, Ámbar recibió una sorpresa inesperada: una carta del ratón Pérez escrita con letra diminuta pero legible. "Querida Ámbar", decía la carta. "Siento mucho haberme retrasado anoche.

Tuve muchos trabajos pendientes y simplemente no pude llegar a tu casa a tiempo para dejarte mi regalo. Pero eso no significa que me haya olvidado de ti. Como ratón Pérez, mi trabajo es ayudar a los niños en situaciones difíciles y sé que este es un momento importante para ti.

Así que he decidido dejarte algo especial esta vez. Espero que te guste". Ámbar abrió el sobre con curiosidad y encontró una pequeña moneda dorada dentro.

-¡Mamá! ¡Mira lo que me dejó el ratón Pérez! -exclamó Ámbar, mostrando la moneda con entusiasmo. Su mamá sonrió al verla tan feliz de nuevo. -¿Qué te parece si la guardas en tu alcancía? -propuso su mamá-. Así podrás ahorrar tus dientecitos de leche y tener más dinero para cuando seas grande.

Ámbar asintió emocionada. Estaba muy contenta con su regalo del ratón Pérez, pero también había aprendido algo importante: a veces las cosas no salen como esperamos, pero eso no significa que tengamos que estar tristes para siempre.

Siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si lo necesitamos.

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