La voz de la bondad
Había una vez en un tranquilo pueblo de Argentina, llamado Villa Esperanza, donde vivían dos mejores amigos, Tomás y Lucas. Ambos eran muy curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras caminaban por el parque del pueblo, encontraron un viejo libro en una banca. Lo tomaron y comenzaron a leerlo. Descubrieron que era un libro mágico que les enseñaba sobre los diferentes tipos de actos de habla.
Tomás y Lucas se emocionaron mucho al saber que podían utilizar su voz para expresar sus sentimientos y pensamientos de diferentes maneras. Decidieron aprender más sobre esto y comenzaron a investigar en la biblioteca del pueblo. Allí encontraron a la señora Marta, la bibliotecaria.
Ella era muy amable y les explicó detalladamente cada tipo de acto de habla: afirmativos, negativos, directivos e informativos. Los chicos quedaron fascinados con todo lo que aprendieron. Decidieron poner en práctica lo aprendido para hacer algo bueno por su comunidad.
Un día, mientras paseaban por el centro del pueblo, escucharon a una señora mayor llorando desconsolada frente a una tienda cerrada. Se acercaron a ella para preguntar qué le pasaba. "¿Señora Carmen, qué le ocurre?" -preguntó preocupado Tomás.
La señora Carmen les contó que no tenía dinero suficiente para comprar los medicamentos que necesitaba su esposo enfermo.
Los chicos sintieron mucha compasión por ella y decidieron ayudarla utilizando uno de los tipos de actos de habla: los directivos. Lucas se acercó a la tienda y habló con el dueño, explicándole la situación de la señora Carmen. Le pidió amablemente que le permitiera comprar los medicamentos y pagarlos más tarde cuando tuvieran dinero.
El dueño de la tienda, don Julio, se conmovió por la historia y accedió a ayudar. Les entregó los medicamentos sin pedirles dinero a cambio. Los chicos regresaron al lado de la señora Carmen y le dieron los medicamentos.
Ella estaba muy agradecida y les dio un fuerte abrazo. A partir de ese día, Tomás y Lucas continuaron utilizando los diferentes tipos de actos de habla para ayudar a las personas necesitadas en su comunidad.
Organizaron colectas para recaudar fondos para una escuela local, visitaron asilos de ancianos para llevarles alegría e incluso enseñaron a otros niños sobre los actos de habla en talleres educativos.
La noticia sobre las buenas acciones de los chicos se esparció por todo el pueblo y pronto se convirtieron en héroes locales. La gente admiraba su dedicación y compromiso por hacer del mundo un lugar mejor.
Tomás y Lucas aprendieron que nuestras palabras tienen poder, que podemos utilizarlas para construir puentes entre las personas, generar cambios positivos e inspirar a otros a hacer lo mismo.
Y así, gracias al libro mágico que encontraron aquel día en el parque, Tomás y Lucas demostraron que cualquier persona puede marcar una diferencia si utiliza sus palabras con amor, empatía y determinación.
FIN.