La voz de Pepito


Había una vez un niño llamado Pepito, que amaba hablar y cantar todo el día. Un día, mientras comía pollo en su casa, se atragantó con un hueso y comenzó a toser sin parar.

Cuando finalmente logró expulsarlo, notó que su voz había cambiado por completo. - ¡Mi voz ha cambiado! -exclamó Pepito-. No puedo hablar ni cantar como antes. Pepito estaba muy triste porque no podía hacer las cosas que más le gustaban.

Pero sus amigos Carlitos y Juan estaban decididos a ayudarlo. - No te preocupes, Pepito -dijo Carlitos-. Vamos a encontrar una solución juntos. Los tres amigos decidieron buscar información sobre cómo recuperar la voz de Pepito.

Buscaron en libros y en internet pero no encontraron nada útil. - Tal vez necesitemos pedir ayuda a alguien más -sugirió Juan-. Conozco a mi tío Roberto, quien es médico. Quizás él pueda ayudarnos.

Los tres amigos fueron donde el tío Roberto para pedirle consejo. Después de examinar la garganta de Pepito, el tío Roberto les dio una idea brillante: "Deben hacer ejercicios vocales todos los días para fortalecer los músculos de la garganta".

Pepito estaba emocionado por probar algo nuevo para recuperar su voz. Los tres amigos comenzaron a practicar juntos todos los días haciendo diferentes ejercicios vocales como respiraciones profundas y sonidos guturales. Incluso crearon canciones divertidas con rimas pegajosas para mantenerse motivados.

Después de semanas de práctica constante, la voz de Pepito comenzó a mejorar. Finalmente, recuperó su voz normal y pudo hablar y cantar como antes. - ¡Gracias amigos! -dijo Pepito emocionado-. No lo hubiera logrado sin ustedes.

Los tres amigos se dieron un abrazo grupal y prometieron seguir practicando juntos para mantener sus voces fuertes y sanas. Desde ese día, Pepito aprendió la importancia de cuidar su garganta y los músculos vocales.

Y nunca más volvió a comer pollo sin tener mucho cuidado con los huesos.

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