La voz de Sofía y el hada madrina


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y árboles frondosos, una niña llamada Sofía.

Sofía era conocida por todos como "la niña de los ojos azules", ya que sus ojos brillaban como dos zafiros en el cielo. Pero lo más sorprendente de todo era su voz: dulce y melodiosa, capaz de alegrar el corazón de cualquiera que la escuchara.

Sofía soñaba con ser cantante, pero lamentablemente tenía un problema: desde que era muy pequeña, había perdido la voz y no podía pronunciar ni una sola palabra. A pesar de esto, su deseo de cantar seguía vivo en su corazón.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con una hada madrina que le ofreció concederle un deseo. Sofía no lo podía creer y sin dudarlo un segundo pidió con todas sus fuerzas recuperar su voz para poder cumplir su sueño de ser cantante.

El hada sonrió y agitando su varita mágica dijo: "¡Que así sea!". En ese momento, Sofía sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y cuando abrió la boca para hablar, ¡una hermosa melodía salió de sus labios! Estaba curada.

Desde ese día, Sofía practicó incansablemente sus canciones y poco a poco fue perfeccionando su arte. Con el tiempo, se convirtió en la cantante más famosa del pueblo y sus conciertos siempre estaban llenos de gente emocionada por escucharla.

Pero Sofía no olvidaba la bondad del hada madrina que le había concedido su deseo. Decidió compartir su talento con los demás y organizó conciertos benéficos para ayudar a los más necesitados del pueblo.

Una noche, después de uno de sus conciertos solidarios, el hada madrina volvió a aparecer frente a ella. "Has demostrado tener un corazón noble y generoso", dijo el hada. "Como recompensa por tu bondad, te concedo otro deseo".

Sofía reflexionó unos segundos y luego respondió: "-Mi mayor deseo es que todos los niños del mundo puedan tener acceso a la música y al arte, porque sé lo feliz que me hace a mí".

El hada asintió complacida y extendiendo nuevamente su varita mágica hizo brillar miles de luces en el cielo nocturno. Al día siguiente, todos los niños del mundo despertaron con la capacidad de apreciar la belleza de la música y el arte en todas sus formas.

Y desde entonces, cada vez que alguien escuchaba cantar a "la niña de los ojos azules", recordaba que los sueños pueden hacerse realidad si tenemos fe en nosotros mismos y compartimos nuestra felicidad con los demás.

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