La voz del corazón
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una niña llamada Sofía. Sofía tenía una gran pasión: ¡cantar! Cualquier momento del día era bueno para sacar su voz y llenar el aire de melodías. No importaba si estaba cocinando con su mamá, caminando por el parque o jugando con sus amigos, Sofía siempre estaba cantando.
Sin embargo, había un pequeño problema: aunque a ella le encantaba cantar, no lo hacía muy bien. Su voz sonaba más como un gato maullando que como una hermosa melodía.
Un día, mientras Sofía cantaba su canción favorita en el parque, algunos niños comenzaron a reírse. Sofía se detuvo y abrazó sus rodillas, sintiéndose triste.
"¿Por qué se ríen de mí?" - preguntó con lágrimas en los ojos."Solo quería cantar."
En ese momento, su amiga Clara, que siempre había sido su mayor apoyo, se acercó y le dijo:
"Sofía, no dejes que los demás te hagan sentir mal. Cantar es algo que viene del corazón, y eso es lo que realmente importa. Además, hay muchas personas que cantan, pero eso no significa que todos tenemos que hacerlo igual. ¡Algunas tienen voces especiales!"
Sofía se secó las lágrimas y sonrió, agradecida de tener a Clara como amiga. Pero a pesar de su apoyo, Sofía empezó a sentirse insegura. En lugar de practicar su canto, decidió que sería mejor no cantar más.
Un día, la escuela anunció un concurso de talentos. Sofía, al escuchar la noticia, sintió una punzada de emoción.
"¡Este es mi momento!" - pensó emocionada.
Pero luego la duda la invadió de nuevo. ¿Para qué intentarlo si iba a cantar mal? Sin embargo, Clara no la dejó rendirse:
"Sofía, si quieres participar, ¡hazlo! Pero recuerda que lo más importante es disfrutarlo. La gente ama ver a alguien que ama lo que hace."
Con un renovado espíritu, Sofía decidió prepararse. A pesar de que su voz no era perfecta, ensayó todos los días en su habitación. Imaginaba a la multitud aplaudiéndola y sonriendo. Para motivarse, colgó un dibujo en su espejo que decía: "Cantar es compartir mi felicidad".
El día del concurso llegó y el auditorio se llenó de niños y adultos ansiosos por ver el talento del pueblo. Cuando Sofía escuchó su nombre, su corazón latía a mil por hora. Pero recordando las palabras de Clara, se armó de valor. Caminó al escenario y sintió un mar de miradas sobre ella.
"Voy a cantar mi canción favorita, 'Bailando bajo la lluvia'," - anunció con una mezcla de nervios y emoción.
Y comenzó a cantar. Aunque su voz sonaba un poco desafinada, el público sonrió y muchas personas comenzaron a aplaudir al ritmo de la canción. Sofía sintió una ola de confianza. Empezó a moverse, y a medida que avanzaba la canción, su alegría se transmitía a todos los presentes.
Al terminar su actuación, recibió un gran aplauso. La gente gritaba:
"¡Bravo! ¡Sofía!"
Cuando terminó, se sintió feliz, no porque hubiera cantado perfectamente, sino porque había compartido su amor por la música con todos.
Después del concurso, el jurado entregó los premios, y Sofía no ganó el primer lugar, pero sí un premio especial por “La Voz del Corazón”, que celebraba su valentía y su amor por la música.
"Te lo dije, Sofía, ¡todos disfrutamos lo que hiciste!" - le dijo Clara.
Llorando de felicidad, Sofía respondió:
"Gracias, Clara, no sería lo mismo sin tu apoyo. Ahora entiendo que lo más importante no es cantar bien o mal, sino ser feliz haciendo lo que amamos."
Desde ese día, Sofía siguió cantando. No le preocupaba si su voz era perfecta o no; lo más importante era que cantaba con el corazón y eso era suficiente. Y así, Sofía se convirtió en una inspiración para muchos en Arcoíris, recordándoles siempre que lo que importa es disfrutar y ser uno mismo.
Y así, con su risa y su canto, Sofía llenó siempre el pueblo de alegría, entendiendo que cada voz, sin importar cómo suene, tiene su propio lugar en el mundo.
FIN.