La Voz del Corazón de Laura
Había una vez, en un pequeño pueblo, una niña llamada Laura. Tenía una sonrisa brillante y le encantaba contar historias. Sin embargo, un día, mientras jugaba cerca de una fogata, tuvo un accidente y sufrió una quemadura en su rostro. A partir de ese momento, Laura se sentía diferente y tenía miedo de hablar. Su voz, que antes era clara y alegre, se volvió un susurro que nadie podía escuchar.
Laura pasaba mucho tiempo en casa, observando a sus amigos jugar desde la ventana. Se sentía triste y sola, pero había algo en su corazón que aún quería comunicarse. La pequeña empezó a escribir en un cuaderno. Con cada palabra que plasmaba, sentía que su voz regresaba poco a poco. Pero, había un problema: nadie podía leer su escritura porque Laura nunca se atrevió a mostrar su cuaderno.
Un día, conoció a un nuevo niño en el pueblo llamado Nicolás. Era un niño valiente, siempre lleno de energía y curiosidad. Al ver a Laura en la ventana, se acercó.
"Hola, ¿por qué no juegas con nosotros?" - preguntó Nicolás, sonriendo de oreja a oreja.
Laura solo bajó la cabeza, sintiendo que no podía responder. Solo le sonrió tímidamente.
"¿Te gustaría darme un dibujo?" - continuó Nicolás, viendo que su sonrisa era su único lenguaje.
Laura, animada, decidió mostrarle su cuaderno. Se armó de valor y salió de la casa con el cuaderno en la mano. Nicolás la miró con asombro y, cuando vio lo que había escrito, sus ojos brillaron.
"¡Esto es maravilloso!" - exclamó Nicolás. "¡Deberías mostrarle esto a todos! Tienes una voz increíble aquí, en tu cuaderno."
Laura se sintió un poco sorprendida, pues nunca había pensado que sus palabras pudieran gustar tanto. Entonces, Nicolás tuvo una idea brillante.
"¿Y si hacemos una presentación en el parque para que todos puedan escuchar tus historias?"
A pesar del nerviosismo, Laura aceptó. Juntos empezaron a preparar la presentación. A la semana siguiente, organizaron un evento en el parque, adonde invitaron a todos los niños del pueblo.
La tarde del gran día, Laura estaba muy nerviosa. Nicolás le dio una mano fuerte y reconfortante.
"Recuerda, tu voz está en tu corazón y estás lista para compartirla con el mundo" - le dijo.
Cuando llegó el momento, Nicolás tomó el micrófono y presentó a Laura. La mirada del público estaba fija en ella. Con un profundo suspiro, Laura alzó su cuaderno y empezó a leer sus historias en voz alta. La voz temblorosa comenzó como un murmullo, pero a medida que leía, crecía en confianza.
"Una vez había una niña que tenía el poder de hablar por medio de su corazón..." - comenzó. Todos los niños la escuchaban con atención asombrados. Laura se sentía cada vez más libre, como si las palabras fluyeran de su corazón.
Tras culminar la primera historia, el aplauso resonó en el aire. Laura sonrió como nunca antes, sintiendo que su voz regresaba poco a poco, no con palabras, sino con sentimientos.
Después de ese día, Laura no solo se volvió más segura de sí misma, sino que descubrió que tenía una forma única de comunicarse. Los niños del pueblo empezaron a visitar a Laura y escuchar sus historias.
"Laura, ¿puedes contarnos otra?" - preguntaba uno de ellos.
Y así pasaron los meses, cada semana Laura compartía una nueva historia, y con cada relato, su anterior miedo fue desapareciendo. Aprendió que no necesitaba tener la voz perfecta para ser escuchada. Lo importante era que su corazón estuviese presente.
Laura comenzó a crear un pequeño club de lectores donde todos los niños podían compartir sus historias, ilustraciones y, sobre todo, su amistad. La plaza del pueblo se llenó de risas y palabras, donde todos, independientemente de sus miedos, podían contar y escuchar.
Al final, Laura entendió que aunque su voz en el exterior había cambiado, siempre tendría la voz más potente en su corazón, y que la verdadera comunicación era la conexión entre las personas.
Así, Laura se convirtió en una inspiradora narradora de cuentos, y nunca más sintió la necesidad de esconderse. Ahora, ya no veía solo un espejo en su casa, sino ventanas hacia un mundo lleno de historias y amigos que siempre la animaban a seguir contando.
Y así, la niña que había perdido su voz, encontró un nuevo lenguaje lleno de amor y creatividad, transformando su vida y la de todos a su alrededor.
FIN.