La voz mágica de Lisandro



Un día, mientras paseaba por el bosque, Lisandro se encontró con una pequeña ardilla que parecía triste. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.

"Hola amiguita, ¿qué te ocurre? Pareces triste"- dijo Lisandro con su dulce voz. La ardilla levantó la cabeza y respondió: "¡Oh! Es que últimamente no puedo encontrar nueces para guardar en mi hogar antes de que llegue el invierno. No sé qué hacer".

Lisandro sonrió y decidió utilizar su don para ayudar a la ardillita. Cantó una melodía suave y alegre, llena de energía positiva. De repente, los árboles comenzaron a moverse y las ramas se estiraron hacia abajo, dejando caer montones de deliciosas nueces.

La ardilla saltaba de alegría al ver tantas nueces caer frente a sus ojos. Agradecida, miró a Lisandro y dijo: "¡Gracias por tu hermoso canto! Ahora tengo suficientes nueces para pasar el invierno". Lisandro sonrió felizmente y siguió su camino por el bosque.

Mientras caminaba, se encontró con un grupo de flores marchitas en un claro del bosque. Se acercó cuidadosamente y les preguntó qué les ocurría. "Hola florecitas, ¿por qué están tan tristes?"- preguntó Lisandro con ternura.

Las flores levantaron sus cabezas mustias e hicieron un esfuerzo por responder: "No hemos recibido suficiente agua últimamente y nos sentimos débiles y tristes". Lisandro sabía que podía ayudar a las flores con su voz mágica.

Cantó una canción llena de alegría y esperanza, haciendo que su voz resonara en todo el claro del bosque. Las gotas de rocío comenzaron a caer del cielo, regando las flores y dándoles nueva vida.

Las flores se abrieron lentamente, revelando sus colores brillantes y hermosos. Agradecidas, dijeron en coro: "¡Gracias por tu maravilloso canto! Ahora podemos crecer fuertes y llenas de vida nuevamente". Lisandro sonrió satisfecho y continuó su camino por el bosque.

Mientras tanto, un zorro astuto lo observaba desde lejos. Este zorro había oído hablar sobre la increíble voz de Lisandro y decidió aprovecharse de ella para obtener beneficios propios. El zorro se acercó sigilosamente al niño mientras él caminaba despreocupadamente.

Se hizo pasar por un pobre animal enfermo e indefenso. "Ayuda... ayuda... "- gimió el zorro fingiendo debilidad. "Estoy muy enfermo y no puedo encontrar comida". Lisandro sintió compasión por el supuesto animal enfermo y decidió cantarle una canción curativa con su poderosa voz.

Pero justo cuando estaba a punto de empezar a cantar, una pequeña liebre apareció entre los arbustos cercanos.

La liebre miró al zorro con desconfianza y dijo: "¡Cuidado Lisandro! Ese no es un animal necesitado, es un zorro astuto que solo quiere aprovecharse de ti". Lisandro se sorprendió y miró al zorro con ojos llenos de decepción. Sin decir una palabra, el niño dio media vuelta y siguió su camino sin prestarle más atención al astuto animal.

Desde ese día, Lisandro aprendió a cuidar y manejar su voz mágica con sabiduría. Ayudaba a los animales y las plantas del bosque desinteresadamente, sin dejarse engañar por aquellos que intentaban aprovecharse de él.

Y así, Lisandro continuó siendo un gran protector del bosque, utilizando su hermosa voz para traer alegría y felicidad a todos los seres vivos que habitaban en él.

Su don especial le enseñó la importancia de ser honesto consigo mismo y con los demás, siempre dispuesto a ayudar sin esperar nada a cambio.

FIN.

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