La voz valiente de Rominita



Había una vez una niña llamada Rominita que era muy inteligente y siempre destacaba en todo lo que hacía. Pero había algo que la ponía muy nerviosa: hablar en público.

Cada vez que tenía que dar una exposición o presentar algún trabajo frente a sus compañeros, su corazón empezaba a latir rápido y sus manos se volvían sudorosas.

Un día, la maestra de Rominita anunció que cada estudiante tendría la oportunidad de dar una clase pública sobre el tema de su elección. Rominita se emocionó al principio porque le encantaba compartir conocimientos con los demás, pero luego recordó lo nerviosa que se ponía al hablar en público.

Los días pasaron rápidamente y llegó el momento de las clases públicas. Rominita estaba tan nerviosa que apenas podía comer o dormir. Le temblaban las piernas solo de pensar en pararse frente a todos sus compañeros.

La mañana del gran día, Rominita se levantó temprano y decidió buscar ayuda para superar su miedo. Recordó haber escuchado sobre un sabio anciano llamado Don Alejandro, quien vivía en un pequeño pueblo cerca de allí. Se decidió a visitarlo y pedirle consejo.

Cuando llegó al pueblo, buscó por todas partes hasta encontrar la casa del anciano Don Alejandro. Llamó a la puerta y fue recibida por un hombre amable con barba blanca y arrugas en el rostro. "Buenos días, señor Don Alejandro", saludó tímidamente Rominita.

"¡Buenos días! ¿En qué puedo ayudarte?", respondió amablemente Don Alejandro. Rominita le explicó su problema y lo nerviosa que se ponía al hablar en público. Don Alejandro sonrió y la invitó a entrar. "Rominita, el miedo es algo natural.

Todos hemos sentido miedo alguna vez en nuestras vidas", comenzó a explicarle Don Alejandro. "Pero, ¿cómo puedo superarlo? , preguntó Rominita con esperanza en los ojos. "La clave está en enfrentar tus miedos de frente", respondió Don Alejandro.

"Imagina que el público es un grupo de amigos esperando ansiosos por escucharte". Don Alejandro enseñó a Rominita algunas técnicas para controlar su respiración y mantener la calma antes de hablar en público.

También le dio algunos consejos sobre cómo organizar su presentación y cómo hacerla interesante para captar la atención de sus compañeros. Con sus nuevos conocimientos y con el apoyo de Don Alejandro, Rominita regresó a la escuela llena de confianza.

Cuando llegó su turno para dar su clase pública, se sintió nerviosa pero recordó las palabras sabias del anciano. Respirando profundamente, Rominita caminó hacia el frente del salón y comenzó a hablar sobre su tema elegido: los dinosaurios.

A medida que hablaba, se fue relajando y disfrutando del momento. Sus compañeros estaban fascinados con toda la información que les estaba compartiendo. Al finalizar su exposición, los aplausos resonaron por todo el salón. Rominita había superado sus miedos y había dado una excelente clase pública.

Desde ese día, Rominita descubrió que podía enfrentar cualquier desafío si confiaba en sí misma y se preparaba adecuadamente.

Y cada vez que alguien le pedía ayuda para hablar en público, ella recordaba las palabras de Don Alejandro y les enseñaba lo que había aprendido. Y así, Rominita se convirtió en la mejor oradora de su escuela, inspirando a otros a superar sus miedos y a creer en sí mismos.

Y todo gracias a una visita al sabio anciano Don Alejandro.

FIN.

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