La Vuelta de la Risita



Había una vez en un pueblito llamado Colorín, una niña llamada Renata. Renata era conocida por ser fea y descalza, y por su carácter travieso y enojón. A pesar de su apariencia, ella tenía un don especial: podía hacer reír a todos. Pero, a veces, sus travesuras se volvían malvadas, y eso haría que todos en el pueblo temieran sus bromas.

Una tarde, mientras todos jugaban en la plaza, Renata observó cómo los niños se reían y se divertían. "¡Si no me invitan a jugar, haré que todos se queden en la caverna del miedo!" - pensó Renata, con una sonrisa traviesa en su rostro. Así que, con su varita mágica (un simple palo que había encontrado), lanzó un hechizo que hizo que todos los niños se congelaran de miedo ante la idea de entrar a la caverna.

Los niños, sin poder moverse, comenzaron a murmurar. "¿Por qué Renata siempre tiene que hacer cosas malas?" - dijo Tomi. "Si ella sólo usara su magia para divertirnos, todos la querrían de verdad" - añadió Valen. Renata, al escuchar esto, se sintió un poco triste. "Pero yo quiero que me quieran..." - pensó, mientras sopesaba la posibilidad de deshacer el hechizo.

De repente, se le ocurrió un plan. Si podía asustarlos, podría hacer que la respetaran. Así que reunió más magia de su varita, y con un grito ensordecedor, hizo aparecer figuras aterradoras que empezaron a rondar la plaza. Los gritos de los niños resonaban por el aire. "¡Ayuda! ¡Son fantasmas!" - chillaba Valen.

Renata, divertida por el caos, se olvidó de que en realidad, el juego se estaba volviendo peligroso. En un giro inesperado, uno de los ‘fantasmas’ resultó ser un viejo conocido del pueblo, el señor Pedro, un mago de verdad que había llegado a Colorín para contar historias. "¿Qué estás haciendo, niña traviesa?" - le preguntó el señor Pedro, mientras deshacía su disfraz.

"Yo... solo quería que jugaran conmigo..." - murmuró Renata, sintiendo que el miedo y la tristeza se mezclaban en su corazón.

El señor Pedro se agachó y le dijo: "A veces, hacer reír es más poderoso que hacer miedo. ¿Por qué no usas tu magia para hacer sonreír a los demás?"

Renata se sintió tocada por las palabras del mago. En ese momento decidió deshacer el hechizo. Con un toque de su varita, los fantasmas desaparecieron y los niños recuperaron la libertad. "Lo siento mucho, chicos. No quise asustarlos. Quería que me invitaran a jugar..." - dijo Renata, con lágrimas en los ojos.

Los niños la miraron y, en lugar de enojarse, comenzaron a sonreír. "¡Nos gustaría jugar contigo! Pero si haces reír, no asustar, todo va a ser más divertido" - dijo Tomi, dándole una mano.

Fue así que, poco a poco, Renata dejó de ser la niña malvada que todos temían. Aprendió a usar su magia para hacer reír a todos y se convirtió en la niña más querida del pueblo. Desde ese día, ningún niño volvió a temerle. Al contrario, la buscaban para que ella contara historias llenas de risas, donde la vida, como en Colorín, siempre tenía espacio para la amistad y la alegría. Renata entendió que no la necesitaban fea, descalza o malvada, sino como lo que realmente era: una niña traviesa con un gran corazón, capaz de hacernos reír y ver la belleza de la vida juntos.

Y así, el pueblito de Colorín floreció lleno de risas, donde las travesuras se convirtieron en juegos y las risas resonaban por todos lados. Renata había aprendido que la verdadera magia estaba en el amor y la amistad.

FIN.

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