Labruga Linda y el Viaje al Pasado
Había una vez, en un colorido bosque lleno de árboles altos y flores de todos los colores, una liebrecita llamada Labruga Linda. A Linda le gustaba saltar y jugar con sus amigos, pero tenía un sueño muy especial: ¡quería viajar al pasado! Un día, mientras exploraba cerca de un arroyo, encontró una pequeña piedra brillante.
"¡Qué hermosa piedra!", exclamó Linda mientras la admiraba.
De repente, la piedra comenzó a brillar intensamente y, en un abrir y cerrar de ojos, Linda se vio rodeada de luces y sonidos extraños. Al parpadear, se dio cuenta de que estaba en un lugar que no reconocía. Era el mismo bosque, pero todo parecía diferente e incluso un poco más grande.
"¡Hola! ¿Dónde estoy?", preguntó asustada.
De un arbusto cercano, apareció una tortuga muy anciana.
"Bienvenida a la época de los grandes árboles y las aventuras de antaño", dijo la tortuga.
"¿De verdad estoy en el pasado?", se sorprendió Linda.
"Sí, pero no te preocupes, aquí aprenderás lecciones valiosas", respondió la tortuga.
Linda decidió seguir a la tortuga, que le mostraba maravillas como un grupo de ardillas que estaban construyendo una enorme casa en el árbol. Un día, mientras observaban, una ardilla muy nerviosa se acercó a ellas.
"¡Ayuda! ¡Se me ha caído una nuez y no puedo alcanzarla!", gritó la ardilla.
"Vamos a ayudarla, Linda", dijo la tortuga. Así que ambas se pusieron a trabajar. Usaron una rama larga para alcanzar la nuez y se la devolvieron a la ardilla.
"¡Muchas gracias! ¡Son las mejores amigas!", dijo la ardilla, sonriendo.
"Es importante ayudar a los demás", le explicó la tortuga a Linda.
Después de un buen rato, Linda continuó su aventura y se encontró con un río hermoso y profundo.
"¿Cómo cruzo este río?", pensó.
Al observar, vio a unos patos que se senían felices nadando.
"¡Te ayudaré a cruzar!", le dijo Linda a uno de los patos. Sin embargo, los patos ya sabían cómo nadar y la pequeña liebrecita se dio cuenta de que no era necesario intervenir.
"A veces, uno solo necesita ser valiente y creer en uno mismo", reflexionó Linda al ver al pato cruzar el río sin miedo.
Continuando su recorrido, finalmente encontró una colina alta donde había un grupo de animales organizando una gran fiesta de la amistad.
"¡Nos estamos preparando para la fiesta!", dijo un ciervo emocionado.
Linda se unió a ellos y al bailar, fue feliz pero al mismo tiempo añoraba a sus amigos del presente.
"Extraño mucho a mis amigos y a la forma en que nos reímos juntos", confesó Linda a la tortuga.
"Esa es la magia del tiempo. Siempre volverás a tus seres queridos", le dijo la tortuga.
Finalmente, mientras la fiesta continuaba, Linda vio cómo la piedra brillante comenzaba a brillar de nuevo.
"Es hora de volver, gracias por todo lo que me enseñaron", se despidió mientras abrazaba a sus nuevos amigos.
En un instante, Linda se encontró de vuelta cerca de su arroyo. La piedra aún brillaba en su mano, pero lo que había aprendido era aún más brillante en su corazón. Desde ese día, Linda no solo saltaba y jugaba, sino que también ayudaba a los demás y celebraba la amistad con sus amigos más que nunca.
Y así, Labruga Linda se convirtió en la liebrecita más sabia del bosque, siempre dispuesta a compartir lo que había aprendido: que ayudar a los demás y valorar a los amigos es lo más importante de la vida.
FIN.