Laguna y la gran limpieza


Había una vez en el hermoso pueblo de Laborde, un flamenco llamado Laguna. Laguna vivía felizmente en una laguna cercana al pueblo, donde nadaba y jugaba con sus amigos todos los días.

Un día, mientras volaba sobre el pueblo, Laguna notó algo extraño. El aire estaba lleno de humo y había un olor desagradable que lo hacía toser. Intrigado, decidió investigar qué estaba sucediendo.

Volando más cerca del pueblo, Laguna vio que las fábricas estaban arrojando humo negro al cielo y los ríos estaban llenos de basura. La contaminación era evidente en todas partes.

Esto entristeció mucho a Laguna, ya que sabía que la contaminación afectaría no solo a su hogar sino también a todos los habitantes del pueblo. Decidido a hacer algo al respecto, Laguna buscó la ayuda de sus amigos animales para limpiar el pueblo. Se acercó primero a Pedro el oso hormiguero.

"Pedro, necesito tu ayuda para limpiar nuestro querido pueblo Laborde", le dijo Laguna con determinación. Pedro asintió con entusiasmo y juntos comenzaron a recolectar basura y escombros por todo el lugar.

Pronto se les unieron Martina la tortuga y Ramiro el conejo quienes estaban igualmente preocupados por la contaminación. Día tras día, los cuatro amigos trabajaron incansablemente para reagarrar toda la basura del pueblo e incluso plantaron árboles nuevos para restaurar la belleza natural que antes existía allí.

Poco a poco, gracias al esfuerzo conjunto de estos valientes animales, Pueblo Laborde comenzó a transformarse. El aire se volvió más limpio y fresco, los ríos recuperaron su pureza y los árboles crecieron fuertes y saludables.

La noticia de la labor de Laguna y sus amigos se extendió rápidamente por todo el pueblo. Los habitantes de Laborde quedaron impresionados por el compromiso y la dedicación de estos valientes animales. Un día, mientras Laguna descansaba junto a la laguna, sintió que alguien lo tocaba suavemente en su espalda.

Al girarse, vio a todos los habitantes del pueblo reunidos frente a él con sonrisas en sus rostros. "¡Gracias, Laguna! Gracias por ayudarnos a limpiar nuestro pueblo", dijo Martín, uno de los habitantes del lugar.

"Sí, gracias a ti y tus amigos ahora podemos respirar un aire puro y disfrutar nuevamente de nuestros hermosos árboles", agregó María emocionada. Laguna se sintió muy feliz al ver cómo su esfuerzo había marcado una diferencia en Pueblo Laborde.

Sabía que no importaba cuán pequeño fuera uno, siempre podían hacer grandes cosas si trabajaban juntos. Desde ese día en adelante, el pueblo Laborde se convirtió en un ejemplo para otros lugares cercanos.

La gente aprendió sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y todos trabajaron juntos para mantenerlo limpio y saludable. Y así, gracias al coraje y determinación del flamenco Laguna y sus amigos animales, Pueblo Laborde floreció nuevamente como un lugar lleno de vida donde todos vivieron felices para siempre.

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