Lalo y la Fiesta del 8 de Noviembre
Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza, y todos los animalitos estaban emocionados porque se celebraba la Fiesta del 8 de Noviembre en casa de Sergio, el niño más simpático de la calle. Todos los años, Sergio organizaba una gran fiesta con juegos, comida y sorpresas para todos sus amigos, tanto humanos como peluditos.
Lalo, un perrito de pelaje marrón y brillante, estaba especialmente emocionado.
"¡Es mi fiesta favorita del año!" - ladró Lalo, moviendo su cola con alegría.
Su dueña, Sofía, se agachó para acariciarlo.
"Sí, Lalo. Este año va a haber muchas sorpresas. ¡No puedo esperar a que lleguemos!"
Con el corazón colmado de ilusión, Sofía le puso el collar especial de fiesta a Lalo, que tenía brillantes y un cascabel que sonaba cada vez que movía la cabeza.
Al llegar a la casa de Sergio, Lalo notó que algo distinto estaba en el aire. Había globos de colores y una gran pancarta que decía: "¡Bienvenidos a la Fiesta del 8 de Noviembre!"
- “¡Mirá, Lalo! ¡El mejor lugar del mundo! ” - exclamó Sofía mientras le daba una golosina a su amigo animal.
Lalo empezó a correr y a jugar con todos los perros y animales del barrio. Se lanzó a la pileta de pelotas, saltando y revolcándose en la diversión.
Pero de repente, un ruido estruendoso interrumpió la alegría. Un grupo de niños comenzó a gritar y a correr.
- “¡Qué pasa! ¿Qué pasa? ” - aulló Lalo, asustado.
Fue entonces cuando un perrito nuevo apareció, uno que nunca habían visto, y que estaba intentando colarse en la fiesta. Tenía el pelaje gris y ojos grandes y tristes.
Sofía, siempre amable, se acercó al perrito.
"Hola, ¿te llamas?"
"¡Hola! Soy Rocky. Vine porque escuché que había una fiesta, pero no tengo dueño y no sé si puedo entrar..." - contestó el perrito con voz temblorosa.
Lalo, que estaba escuchando todo desde un rincón, sintió un gran deseo de ayudar a Rocky.
"¡No te preocupes, Rocky! Esta fiesta es para todos los perritos. Ven, ¡únete a nosotros!" - ladró Lalo con determinación.
Sofía sonrió y asintió.
"¡Eso es! Todos son bienvenidos aquí; vení, Rocky."
Entonces, Rocky se unió a la fiesta. Al principio se sentía un poco tímido, pero Lalo y Sofía se aseguraron de hablarle y de incluirlo en los juegos. Pronto, la tristeza de Rocky se desvaneció y comenzó a correr y a jugar como un loco con los demás.
La fiesta siguió con risas, juegos y una deliciosa torta con forma de hueso, que compartieron todos los cachorros.
"Gracias, amigos. No sabía que podría ser tan divertido estar en una fiesta así. ¡Nunca había festejado!" - dijo Rocky, con los ojos brillando de alegría.
"Estamos felices de que estés aquí. La diversión es mejor cuando la compartimos. ¡Hoy todos somos amigos!" - replicó Lalo con entusiasmo.
La fiesta continuó hasta que el sol comenzó a ponerse y los papás de los niños llegaron a buscar a sus pequeños. Todos los perritos estaban cansados pero felices.
"¿Nos veremos el próximo año?" - preguntó Rocky a Lalo, con cierta tristeza al pensar que tal vez no volverían a verse tan pronto.
"Por supuesto, Rocky. Desde ahora somos amigos, y siempre habrá una fiesta esperando. ¡Te prometo que la próxima vez serás el primero en llegar!" - ladró Lalo moviendo su cola.
Con una gran sonrisa y el corazón lleno de alegría, Rocky agradeció a Sofía y a Lalo por la increíble tarde que había pasado. Todos se despidieron llenos de nuevos recuerdos y la promesa de volver a reunirse.
Así, la Fiesta del 8 de Noviembre no solo celebró la amistad de los animales, sino también la importancia de abrir el corazón y dar la bienvenida a quienes lo necesitan. ¡Y así fue como Lalo y Rocky comenzaron una linda amistad!
FIN.