Lanita, la gatita valiente



Lanita, la gatita aventurera, había estado explorando el bosque durante horas. Estaba cansada y hambrienta, pero no se rendía. Sabía que debía encontrar algo de comida y agua pronto.

Mientras caminaba entre los árboles, una brisa fresca le trajo un olor delicioso. Siguiendo su instinto, Lanita siguió el aroma hasta que llegó a un pequeño pueblo al borde del bosque. Allí encontró casas pintadas de colores brillantes y calles llenas de flores hermosas.

- ¡Oh, qué maravilla! -exclamó Lanita emocionada-. Aquí seguro puedo encontrar algo para comer. La gatita comenzó a explorar las calles del pueblo con cautela. Pronto se topó con una panadería donde salía el irresistible olor a pan recién horneado.

- ¡Mmm! ¡Qué rico huele! -dijo Lanita mientras se relamía los bigotes-. Seguro aquí encuentro algo para saciar mi apetito. La dueña de la panadería vio a la gatita y se acercó amablemente.

- ¿Estás perdida, pequeña? -preguntó la mujer con ternura. Lanita asintió con la cabeza y maulló lastimosamente. La bondadosa señora sonrió y le ofreció un pedacito de pan tierno. - Aquí tienes, pequeña amiga.

No te preocupes, no te dejaré pasar hambre -dijo mientras acariciaba su suave pelaje blanco como la nieve. Lanita comió ansiosamente el trocito de pan y bebió un poco de agua que la señora le ofreció. Se sentía más fuerte y agradecida por haber encontrado ayuda en aquel pueblo.

Decidió quedarse en el pueblo y buscar un hogar. Mientras exploraba, conoció a otros animales amigables como Tito, el perro juguetón, y Mimi, la traviesa conejita. Juntos se divirtieron corriendo por los jardines y persiguiendo mariposas.

Un día, Lanita escuchó un llanto proveniente del bosque. Siguiendo el sonido, encontró a un polluelo de pájaro atrapado entre las ramas de un árbol. - ¡Ayuda! ¡Por favor! -pidió desesperadamente el pajarito.

Lanita no dudó ni un segundo y trepó al árbol con agilidad felina para liberar al pequeño pájaro. Con cuidado desenredó sus alas y lo colocó suavemente en una rama segura. - ¡Gracias! -pió el pajarito feliz-. Eres valiente y generosa, Lanita. Siempre estaré agradecido contigo.

Desde ese día, Lanita se convirtió en una heroína del pueblo. Ayudaba a todos los animales que necesitaban su ayuda sin importar su tamaño o especie. Su bondad y valentía inspiraron a todos los habitantes del pueblo.

El alcalde del lugar decidió nombrarla "La gatita protectora" en honor a su nobleza. Todos celebraron con una gran fiesta donde hubo comida deliciosa para todos los animales.

Lanita aprendió que siempre hay bondad en el mundo y que ayudar a los demás trae alegría y gratitud. Y así, la gatita aventurera encontró un hogar lleno de amor y amigos verdaderos en aquel hermoso pueblo al borde del bosque. Y colorín colorado, esta historia se ha terminado.

FIN.

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