Lara y el Bosque Encantado
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un bosque verde y frondoso, una niña llamada Lara. A Lara le encantaban los animales. Pasaba sus días en el patio de su casa, jugando con su gato, Miau, y alimentando a los pájaros del jardín. Siempre soñaba con un mundo donde todos los animales pudieran vivir en paz y felicidad.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Lara escuchó un fuerte aullido. Al acercarse, se dio cuenta de que un lobo atrapado en una trampa. Era un lobo joven, con un hermoso pelaje plateado y unos ojos llenos de miedo.
"¡Ayuda! Por favor, sácame de aquí", dijo el lobo con voz temblorosa.
Lara, a pesar de sentir un poco de miedo, sintió una gran compasión por el lobo. Ella nunca había estado tan cerca de un lobo antes.
"No te preocupes, voy a ayudarte", contestó Lara con determinación.
Con mucho cuidado, Lara se acercó al lobo y comenzó a liberar la trampa con sus manos. El lobo la miraba atento, y en sus ojos, ella podía ver que estaba agradecido. Cuando finalmente la trampa se abrió, el lobo se levantó, estiró sus patas y dio un paso hacia Lara.
"¡Gracias! No sé cómo agradecerte. Mi nombre es Lupo", dijo el lobo, moviendo su cola.
"Soy Lara", respondió ella sonriendo.
Lupo, al ver la bondad en los ojos de Lara, le propuso una aventura.
"¿Te gustaría conocer el Bosque Encantado?", preguntó Lupo.
"¿El Bosque Encantado? Suena increíble. ¡Vamos!", exclamó Lara llena de emoción.
Lupo la guió por senderos cubiertos de flores y árboles que parecían susurrar secretos. Al llegar al corazón del bosque, Lara vio a muchos animales reunidos: ciervos, ardillas, aves de colores brillantes y hasta un par de osos que jugaban en un arroyo.
Lara notó algo extraño.
"¿Por qué no parecen jugar juntos?", preguntó Lara, preocupada.
Lupo suspiró.
"Es porque no se conocen. Hay muchos malentendidos entre ellos, y a veces tienen miedo de acercarse. Pero sé que tú puedes ayudarles a entenderse mejor", dijo Lupo.
Lara miró a su alrededor y vio que efectivamente los animales mantenían distancia entre sí. Así que decidió hacer algo.
"¡Todos, escúchenme!", gritó Lara con voz firme.
Los animales se quedaron en silencio, mirándola con curiosidad.
"Soy Lara y quiero que todos juguemos juntos. ¡Cada uno de ustedes tiene algo especial que ofrecer! Los ciervos son elegantes, las ardillas son rápidas, y los pájaros son cantores magníficos. Podríamos hacer un gran espectáculo, y así conocernos mejor", propuso.
Los animales empezaron a murmurar entre ellos.
"¿En serio?", preguntó una ardilla llena de dudas.
"¡Claro! ¿Qué esperan?", agregó Lara con entusiasmo.
Poco a poco, los animales comenzaron a acercarse. Los ciervos enseñaron a las ardillas a hacer saltos elegantes, las ardillas mostraron a los pájaros cómo hacer acrobacias, y los pájaros alegraron el ambiente con sus melodías. Todos disfrutaban, reían y se divertían juntos.
Lupo observaba la felicidad de sus amigos y a Lara, quien había logrado unirlos. Después de un día lleno de juegos, el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos.
"Gracias, Lara. Has traído alegría y unidad al bosque", dijo Lupo.
"¡No hay de qué! Todos pueden ser amigos si se dan una oportunidad", respondió Lara con una sonrisa amplia.
Desde ese día, el Bosque Encantado se llenó de risas y juegos. Lara, el lobo Lupo y todos los animales se convirtieron en grandes amigos. Ella siempre volvía a visitar el bosque, donde sabía que quienes habían sido diferentes ahora eran inseparables. Así, Lara entendió que la bondad puede crear lazos entre los corazones más distintos, y desde entonces, se convirtió en la embajadora de la amistad en el bosque y más allá.
Y así, la historia de Lara y el Bosque Encantado se contaba a través de generaciones, recordando a todos que siempre hay una forma de hacer amigos, solo hay que abrir nuestras corazones.
FIN.