Lara y su Maravilloso Crecimiento



Era una mañana soleada en el barrio de Villa Del Parque. Lara, una niña de 13 años, tenía un gran sueño: quería crecer y ser tan alta como sus amigos. Sin embargo, había algo que la hacía sentir triste. Desde que empezó la secundaria, sus compañeros le decían —"Umpa" , ya que era muy bajita para su edad.

Una vez, en el recreo, sus amigos comentaron entre risas:

"Mirá, ahí viene Umpa, la reina de los enanos".

Lara, con un suspiro, trató de reírse también, pero en el fondo de su corazón, esas palabras le lastimaban.

En un momento de frustración, decidió que tenía que hacer algo. Se paró en el medio de su patio, con las manos en las caderas, y dijo en voz alta:

"¡Basta! ¡No quiero ser bajita! ¡Voy a crecer como sea!".

Lara decidió que se quedaría en el patio, plantada, hasta que algo mágico sucediera. Pasaron los días, y ella seguía allí. Su familia la miraba extrañado y la papa de Lara bromeó:

"¿Lara, te quedas ahí como una planta?".

Pero Lara, decidida, no se movió. Cada día imaginaba cómo sería su vida si fuera alta. Se imaginaba jugando al básquet, ayudando a sus amigos a alcanzar cosas en los estantes altos, y siendo la estrella del equipo.

Un día, su vecina doña Rosa, quien siempre tenía una palabra amable, la vio y le preguntó:

"¿Por qué te quedas ahí, niña?".

Lara, con su mirada brillante, respondió:

"¡Voy a crecer! ¡Este es mi secreto!".

Doña Rosa sonrió y le dijo:

"A veces, los deseos no se cumplen con solo desearlos, pequeña. Hay que trabajar por ellos".

Lara reflexionó sobre esto, y aunque seguía parada en su patio, comenzó a pensar en maneras de ayudar a su cuerpo a crecer. En lugar de esperar que la magia sucediera, decidió hacerse un plan. Comenzó a comer más frutas y verduras, a beber mucha agua y a hacer ejercicios.

Al cabo de unas semanas, Lara se dio cuenta de que su motivación estaba aumentando. Cada día era un nuevo desafío. Se inscribió en un equipo de básquet y cada vez que saltaba, podía sentir su cuerpo fortaleciéndose. Así, en vez de esperar, ahora estaba haciendo algo que realmente le prometía un cambio.

Finalmente, después de varias semanas de esfuerzo y disciplina, llegó el día en que volvió a la escuela. Lara entró al aula con la cabeza alta, y todos la miraron sorprendidos. ¿Podría realmente ser más alta?"¡Umpa!" gritó uno de sus compañeros, pero cuando se dio vuelta para ver, se dio cuenta de que Lara había crecido 30 centímetros. ¡Ahora medía ¡1.80! Se convirtió en la más alta de todos.

"¡No me digan más Umpa! ¡Empecé a crecer!" dijo, riendo.

Los compañeros estaban impresionados, y uno de ellos se acercó a ella con admiración:

"¿Cómo hiciste eso?".

Lara, con una sonrisa, explicó:

"Decidí que ya no quería ser bajita, y trabajé para cambiarlo. No fue magia, fue esfuerzo".

Desde ese día, Lara no solo se sintió más segura, sino que también se convirtió en una inspiración para muchos en su escuela. Los chicos aprendieron que más allá de los apodos, nuestras acciones y decisiones marcan quiénes somos realmente.

Al final, Lara comprendió que lo más importante no era la altura, sino el valor que siente por aceptarse a sí misma y luchar por sus sueños. Y con esa lección en el corazón, siguió creciendo, no solo en estatura, sino también en confianza y amistad.

FIN.

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