Las 5 Panteras Reales



En el corazón de la selva vibrante de Selvanueva, donde los árboles se alzaban como gigantes y los colores brillaban bajo el sol, vivían cinco panteras: Pía, Leo, Tino, Gemma y Ema. Aunque cada una tenía su propia personalidad, todas compartían un lazo especial y una profunda amistad.

Un día, mientras exploraban una parte desconocida del bosque, se encontraron con un gran problema. Una enorme piedra había caído y bloqueaba el acceso a su querido río, el único lugar donde podían refrescarse y jugar. Las panteras se reunieron para discutir cómo podrían resolver este desafío.

"¡Esta piedra es demasiado pesada! No podemos moverla solas", dijo Pía, la más desafiante del grupo.

"Tal vez deberíamos pedir ayuda a los otros animales de la selva", sugirió Leo, siempre pensando en el trabajo en equipo.

"Pero puede que no quieran ayudarnos. A veces, solo piensan en sí mismos", murmuró Tino, el más pensativo y callado.

"No podemos asumir eso sin intentarlo. ¡Vamos a hacer un llamado!", exclamó Gemma, la optimista.

"Yo me encargaré de hacer la señal", dijo Ema, la más ingeniosa del grupo.

Las panteras se dispusieron a hacer una gran señal de humo. Con un poco de ingenio, lograron encender ramas secas, y pronto una columna de humo se elevó hacia el cielo. Mientras tanto, en la selva, varios animales comenzaron a acercarse, atraídos por la señal.

Un grupo de monos, un par de elefantes y algunos pájaros se unieron a las panteras frente a la piedra gigante. Todos estaban listos para usar sus habilidades y trabajar en conjunto.

"¡Vamos a formar una cadena!", propuso uno de los elefantes.

"¡Sí! Cada uno puede aportar su fuerza", dijo un mono saltarín.

"Nosotros, las panteras, haremos lo que mejor sabemos: correr y empujar a la vez", añadió Tino, sintiéndose más decidido.

Con todos reunidos, comenzaron el intento por mover la piedra. Las panteras empujaban de un lado, mientras que los elefantes empujaban del otro, los monos tiraban de una cuerda amarrada a la piedra, y los pájaros daban ánimos desde las ramas.

Sin embargo, la piedra no se movía. Algunos comenzaron a desanimarse.

"Creo que es imposible", dijo Ema, sintiendo que el esfuerzo había sido en vano.

"No podemos rendirnos, ¡ya casi lo logramos!", gritó Gemma, la animadora del grupo.

Justo en ese momento, Tino tuvo una idea brillante:

"¿Y si usamos la fuerza de la naturaleza? Quizás un río de agua pueda hacer que la piedra se resbale".

Los animales se miraron entre sí, con curiosidad.

"¿Cómo vamos a hacer eso?", preguntó Leo.

"Esta piedra está bloqueando el río, así que podemos desviar un poco el agua usando hojas para crear un pequeño canal", explicó Tino.

Las panteras, motivadas por la nueva idea, fueron a buscar hojas grandes y ramas largas, junto a los otros animales. Trabajaron arduamente, y poco a poco, lograron desviar el flujo del agua. Cuando el primer rocío del río llegó a la base de la piedra, comenzaron a notar que la tierra se aflojaba.

"¡Sigan así!", animó un mono mientras saltaba de emoción.

"¡Estamos cerca!", gritó Leo, lleno de esperanza.

Finalmente, después de un intenso esfuerzo colaborativo, la piedra comenzó a moverse. Con un gran empujón de todos, la piedra rodó y finalmente se deslizó de su lugar, creando un nuevo camino para el río.

"¡Lo logramos!", exclamaron las panteras, saltando de alegría.

"¡Gracias, amigos! ¡No lo podríamos haber hecho solos!", dijo Gemma, con una sonrisa enorme.

Ese día aprendieron que la verdadera fuerza no estaba solo en su poder individual, sino en la unión y en cómo trabajar juntos para superar cualquier obstáculo.

Desde entonces, las cinco panteras reales se comprometieron a siempre buscar la cooperación y la amistad, sabiendo que la verdadera magia de la selva se encontraba en su amor por la comunidad. Y así, cada vez que un nuevo obstáculo aparecía, ya no tenían miedo, porque sabían que juntos podían lograrlo todo.

FIN.

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