Las Abejas en el Neolítico



Era un día soleado en la escuela de las abejas, y la profesora Laura estaba emocionada. La clase aprendería sobre la alimentación en el Neolítico. Todos los alumnos estaban preparados, con sus cuadernos y lápices listos.

"Hoy aprenderemos cómo la gente obtenía su comida hace miles de años", comenzó Laura, sonriendo. "¿Quién sabe qué comían en esa época?"

Lucía levantó la mano rápidamente. "¡Comían frutas y verduras!"

"Cierto, pero eso no es todo. También cultivaban cereales y cazaban animales", explicó Laura.

Enzo se entusiasmó. "¡Yo quiero saber más sobre la caza!"

"¡Yo también!", gritó Bosco.

"¡Y sobre la pesca!", agregó Inés.

"Muy bien, chicos. Vamos a investigar cada una de esas áreas", dijo Laura mientras dibujaba un árbol en la pizarra. "Primero, hablemos de los cereales. ¿Quién sabe qué son?"

Lara levantó la mano. "Son plantas como el trigo y el arroz!"

"Excelente, Lara. Los cereales eran fundamentales porque les daban energía. Ahora imaginemos cómo se cultivaban", propuso Laura, y todo el salón se llenó de murmullos.

La profesora continuó. "Los hombres y mujeres del Neolítico usaban herramientas rudimentarias para arar la tierra. ¿Qué creen que pasaría si no tenían buena tierra?"

Manuel pensó por un instante. "¡Podrían morirse de hambre!"

"Exactamente! La tierra era muy importante", explicó Laura, mientras dibujaba un campo de trigo en el pizarrón.

"Y qué hay de la caza?", preguntó Oliver.

Laura suspiró. "Cazar no era fácil. Tenían que ser astutos y trabajar en equipo. ¿Quién puede darme un ejemplo de un animal que podrían cazar?"

Lía levantó la mano con entusiasmo. "¡Los mamíferos grandes como los ciervos!"

"¡Sí! Pero a veces también cazaban animales más pequeños como conejos", agregó Natasha.

"Y tenían que hacerlo rápido, antes de que los animales escaparan", comentó Matteo, mientras todos asintieron.

Luego, Laura dirigió la conversación hacia la pesca. "Y para pescar, ¿qué creían que usaban?"

La clase pensó unos segundos. "Redes!", dijo Gabriel.

"Exacto, y también ganchos!", continuó Luna. "Eran súper inteligentes para conseguir comida!"

"Pero, ¿y si se olvidaban de dónde estaba el río?", preguntó Alba, entre risas.

"¡Esa sería una gran travesura!", se rió Leo.

La clase siguió discutiendo cómo la agricultura y la ganadería cambiaron la vida de las personas.

"Ahora podían quedarse en un mismo lugar y no ser nómades", dijo Iría, con los ojos brillantes.

"¡Sí! , y eso les permitió establecer pequeñas comunidades!", dijo Pablo.

De repente, Laura tocó su pizarra.

"Ahora bien, imaginen que somos un grupo de gente en el Neolítico. ¿Qué deberíamos hacer primero?"

Los alumnos comenzaron a discutir entre ellos, y se escuchaba un bullicio animado.

"Primero tendríamos que encontrar un lugar con agua y buena tierra", sugirió Lía.

"¡Y construir refugios!", dijo Enzo con emoción.

"¿Y qué pasa si hay peligros como tigres?", preguntó Iría.

"Entonces tendríamos que organizar guardias, ¡para estar seguros!", propuso Lara.

La profesora Laura miró a sus alumnos y sonrió, convencida de que estaban aprendiendo.

Sin embargo, de repente se oyó un ruido fuerte. Todos se asustaron.

"¿Qué fue eso?", preguntó Natasha.

"¡Es un relámpago!", gritó Luna, apuntando hacia la ventana.

Laura, sin perder la calma, dijo: "Chicos, no se preocupen. Es solo una tormenta. Recordemos que en el Neolítico también tenían que enfrentar condiciones climáticas difíciles".

Los alumnos comenzaron a hablar sobre cómo se refugiaban en cuevas durante tormentas y cómo hacían fuego para mantenerse calientes.

Al final de la clase, Laura les propuso una actividad creativa.

"Quiero que se organicen en grupos. Cada grupo elegirá un aspecto de la vida en el Neolítico y lo presentará mañana. ¡Pueden usar dibujos, dramatizaciones o lo que se les ocurra!"

Los estudiantes estaban emocionados y comenzaron a hacer planes.

Al día siguiente, cada grupo trajo algo asombroso para compartir.

"Nosotros hicimos una demostración de caza con animales de plástico!" dijeron Enzo y Bosco.

"Y nosotros simulamos un mercado de la agricultura!", dijo Pablo y Alba entusiasmados.

Laura los escuchaba divertirse y se sentía orgullosa.

La clase de las abejas no solo aprendió sobre cómo se alimentaban en el Neolítico, sino que también descubrió el valor del trabajo en equipo y la creatividad.

Cuando terminó la jornada, todos sabían que, aunque vivieran en un tiempo diferente, los desafíos eran algo que todos podrían entender, ya fueran en el pasado o en el presente.

FIN.

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