Las Abejas Reinas del Planeta



Érase una vez, en un colorido jardín lleno de flores brillantes, un pequeño pueblo donde los seres humanos vivían en armonía con la naturaleza. Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzaron a notar que las flores se marchitaban y que la comida escaseaba. Los habitantes del pueblo estaban muy preocupados y no sabían qué hacer.

Un día, mientras todos estaban en la plaza buscando soluciones, apareció una abejita llamada Zambra. Zambra era una abeja muy especial que sabía hablar con los humanos.

"Hola, amigos del bosque. Soy Zambra, la abeja mensajera y vengo a ayudarles" - dijo con su suave voz.

Los habitantes del pueblo se miraron con sorpresa.

"¿Tú? ¿Una abeja? ¿Cómo puedes ayudarnos?" - preguntó Don Ramón, el anciano del pueblo.

"Las flores necesitan ser polinizadas, y nosotros las abejas somos las reinas de esa tarea" - respondió Zambra, aleteando con entusiasmo. "Si me permiten guiarlos, juntos podemos salvar este hermoso jardín."

Los humanos estaban intrigados y aceptaron la propuesta de Zambra. La pequeña abeja los llevó al bosque, donde habían muchas flores de diferentes colores y formas. Zambra explicó la importancia de las abejas en la naturaleza.

"Sin nosotras, las flores no podrían reproducirse y los frutos no crecerían. Necesitamos trabajar en conjunto, humanos y abejas" - explicó.

Pero de repente, el cielo se oscureció y un gran grupo de insectos malvados, llamados Pérditos, llegó al jardín. Tenían la intención de acabar con las flores y robar el polen.

"¡Ja! ¡Nosotros somos los dueños de este lugar ahora!" - rió el líder de los Pérditos, el insecto llamado Grumer.

Zambra, valiente como ninguna, se acercó a los humanos y murmuró.

"No podemos dejar que nos invadan. Debemos unir nuestras fuerzas y proteger nuestra casa".

Los humanos, inspirados por la valentía de la pequeña abeja, comenzaron a usar trampas para atrapar a los Pérditos mientras Zambra luchaba con sus compañeras abejas para distraer a los enemigos.

"¡Vamos, amigas! ¡Es hora de demostrarles nuestra fuerza!" - gritó, y miles de abejas se lanzaron en picada hacia los Pérditos.

Con su trabajo en equipo, lograron desorientar a los invasores y, gracias a la astucia de las abejas y la colaboración de los humanos, la batalla se tornó a su favor. Los Pérditos, confundidos y asustados, decidieron escapar volando hacia el horizonte.

Con los Pérditos fuera de la escena, el jardín comenzó a florecer nuevamente. Las flores, llenas de polen, empezaron a brillar con colores vibrantes.

"¡Lo hicimos!" - exclamó Don Ramón, sonriendo ampliamente con los demás. "Gracias, Zambra. Sin ti, no hubiéramos podido proteger nuestro hogar."

"No fui solo yo. Fue el trabajo en equipo de todos nosotros. Ahora, recordemos siempre la importancia de cuidar nuestro entorno y trabajar juntos" - concluyó Zambra.

Desde ese día, el pueblo y las abejas formaron una gran amistad. Los habitantes aprendieron a cultivar más flores y a respetar la naturaleza. Y cada primavera, el jardín florecía como nunca antes, gracias a su unión y a la sabia guía de las abejas, que se convirtieron en las verdaderas reinas del planeta.

Y así, en el pequeño pueblo, todos aprendieron que la colaboración y el respeto son la clave para un mundo mejor, donde humanos y abejas viven felices y juntos, cuidando sus jardines.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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