Las abejitas trabajadoras
Había una vez en un hermoso jardín, una colmena llena de abejas trabajadoras y felices. En esa colmena vivía la reina abeja, a quien todas las abejas adoraban y querían cuidar.
Un día, dos abejas llamadas Mia y Lola encontraron un delicioso néctar que querían llevarle a la reina para alimentarla. Ambas se acercaron al mismo tiempo a la celda real, cada una con su trozo de néctar en las patitas.
- ¡Yo vi primero el néctar! - exclamó Mia, intentando empujar a Lola lejos. - ¡Pero yo lo recogí más rápido! - respondió Lola resistiéndose.
La discusión entre las dos abejas comenzó a intensificarse hasta que finalmente empezaron a forcejear, sin darse cuenta de que estaban poniendo en peligro a la reina abeja. El zumbido de su pelea resonaba por toda la colmena y las demás abejas se acercaron para ver qué estaba pasando.
- ¡Deténganse! - gritó una abeja anciana llamada Doña Zumbilda, quien era sabia y respetada por todos. - ¿Qué están haciendo? Deben recordar que nuestro deber es trabajar juntas para cuidar de nuestra reina.
Mia y Lola se detuvieron al escuchar las palabras de Doña Zumbilda, sintiendo vergüenza por su comportamiento egoísta. Se miraron una a otra y luego bajaron la cabeza en señal de arrepentimiento. - Lo siento mucho, Lola. Deberíamos haber trabajado juntas en lugar de pelear - dijo Mia con tristeza.
- Yo también lo siento, Mia. Nos dejamos llevar por la emoción del momento - respondió Lola con sinceridad. Doña Zumbilda les sonrió con ternura y les recordó lo importante que era la cooperación y el trabajo en equipo dentro de la colmena.
Les explicó que cuando todas las abejas colaboraban juntas, lograban grandes cosas y podían cuidar mejor no solo a la reina sino también a toda la comunidad.
Las dos abejas se miraron nuevamente, esta vez con determinación para remediar su error. Decidieron unir sus trozos de néctar y llevarlos juntas ante la reina abeja como muestra de reconciliación y trabajo en equipo. Al ver este gesto generoso por parte de Mia y Lola, las demás abejas aplaudieron emocionadas.
La reina abeja recibió el regalo con gratitud y orgullo por sus valientes obreras que habían aprendido una importante lección ese día: que cuando trabajan juntas pueden lograr mucho más que peleando entre ellas.
Desde entonces, Mia y Lola se convirtieron en inseparables amigas dentro de la colmena, enseñando con su ejemplo el valor de la cooperación y el compañerismo para alcanzar objetivos comunes.
Y así, bajo el sol brillante del jardín floreciente, las abejitas continuaron trabajando unidas en armonía gracias al poder transformador del perdón y la solidaridad.
FIN.