Las adas guardianas del bosque



Había una vez, en un hermoso bosque encantado, dos adas llamadas Franchesca y Constanza. Estas adas eran muy amigas y les encantaba explorar juntas todos los rincones de aquel mágico lugar.

Un día soleado, decidieron aventurarse más allá de lo que conocían y adentrarse en la parte más profunda del bosque. Caminaron durante horas, maravillándose con la belleza de la naturaleza a su alrededor. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano.

- ¿Qué será eso? - preguntó Constanza, asustada. - No lo sé, pero vamos a averiguarlo - respondió valientemente Franchesca. Se acercaron sigilosamente al arbusto y descubrieron que el ruido provenía de un pequeño pajarito atrapado en una red.

- ¡Pobrecito! Debemos ayudarlo - exclamó Constanza con preocupación. Las adas utilizaron su magia para deshacer la red y liberar al pajarito.

En cuanto el ave recobró su libertad, voló felizmente hacia el cielo y les agradeció por salvarlo con un dulce canto. Agradecidas por haber podido ayudar a aquel ser indefenso, las adas continuaron su camino por el bosque.

Pero justo cuando pensaban que ya no encontrarían nada más interesante ese día, escucharon otro ruido extraño proveniente de un árbol cercano. Esta vez era un pequeño zorrito atascado entre las ramas. Las adas rápidamente se pusieron manos a la obra y, utilizando su magia, lograron liberar al zorrito.

- ¡Muchas gracias por salvarme! - exclamó el zorrito emocionado mientras se alejaba corriendo. Las adas sonrieron satisfechas y continuaron su camino. Pero justo cuando pensaban que ya no habría más sorpresas, escucharon un tercer ruido proveniente de un arbusto alto. Al acercarse, descubrieron a un pequeño conejito llorando desconsoladamente.

- ¿Qué te pasa, conejito? - preguntó Franchesca con ternura. - Me he perdido y no encuentro el camino de vuelta a casa - sollozó el conejito tristemente.

Las adas se miraron preocupadas y decidieron ayudar al conejito a encontrar su hogar. Utilizando su intuición mágica, guiaron al conejito hasta su madriguera, donde fue recibido con alegría por toda su familia.

El conejito les dio las gracias a las adas una vez más antes de reunirse con los demás miembros de su colonia. Las adas volvieron al bosque sintiéndose felices y satisfechas por haber podido ayudar a tres criaturas necesitadas en un solo día.

Desde aquel día, Franchesca y Constanza entendieron que siempre hay alguien que necesita ayuda en el mundo. Prometieron seguir explorando el bosque juntas para poder brindar apoyo a todos aquellos seres que lo necesitaran.

Y así fue como estas dos valientes adas se convirtieron en guardianas del bosque encantado, llevando amor y esperanza a todos los seres que encontraban en su camino.

FIN.

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