Las Aguas del Pensamiento



Era un día brillante y soleado en la ciudad de Buenos Aires. Valentina, una joven nadadora, se preparaba para su entrenamiento en la pileta de su club. Amaba el agua, era su segundo hogar, y cada vez que se zambullía, sentía que podía dejar atrás sus preocupaciones.

El agua la envolvía cálidamente mientras nadaba, y al sumergirse más profundo, cerró los ojos y se concentró en su respiración, sintiendo que daba un pequeño salto hacia un mundo diferente. De repente, Valentina se sintió extraña. ¿Era posible que estuviera en un lugar nuevo? Cuando abrió los ojos, se encontró en un océano lleno de color. Era como si hubiera entrado en el universo de su propia mente.

- “¡Esto es increíble! ”, exclamó Valentina, maravillada por los peces que brillaban como estrellas y las plantas acuáticas que danzaban al ritmo de corrientes suaves.

De repente, una tortuga gigante se le acercó.

- “Hola, Valentina. Soy Tomás, el guardián de este lugar. Has llegado a tu mente subacuática. Aquí tus pensamientos nadan libres y puedes descubrir cosas sobre ti misma”, dijo con una voz profunda y tranquila.

- “¿Cómo hago para entender mis pensamientos? ”, preguntó Valentina, intrigada.

- “Solo debes dejarte llevar, observar y hacer preguntas. Cada rincón de este mundo tiene algo que enseñarte”, respondió Tomás, guiándola hacia un arrecife lleno de coloridas criaturas.

Mientras recorrían el arrecife, Valentina notó un pez que se movía de manera torpe y solitaria.

- “¿Por qué parece tan triste? ”, preguntó.

- “Ese pez se siente inseguro. Tiene miedo de explorar más allá de su zona de confort”, explicó Tomás.

- “Tal vez, si le doy un poco de aliento, se sienta mejor”, reflexionó Valentina.

Se acercó al pez y dijo:

- “¡Hola! Sé que puede ser aterrador salir a explorar, pero el mundo exterior está lleno de maravillas. ¡Puedes hacerlo! ”

El pez, sintiéndose respaldado, empezó a nadar un poco más lejos, y pronto se unieron otros peces a su lado. Valentina sonrió, sintiéndose orgullosa de haber ayudado a alguien.

Continuaron nadando y llegaron a un océano de burbujas resplandecientes. Cada burbuja contenía un sueño de Valentina.

- “¿Qué son esas burbujas? ”, inquirió.

- “Son tus sueños y deseos. Pueden volverse realidad si trabajas por ellos”, respondió Tomás.

Valentina se acercó a la burbuja más grande. Contenía su sueño más preciado: ser campeona de natación.

- “¿Cómo puedo lograr esto? ”, preguntó inquieta.

- “Con cada brazada que das, estás más cerca de tu sueño. Recuerda, también es importante disfrutar el proceso”, aconsejó Tomás.

Con el corazón repleto de motivación, Valentina siguió nadando hasta descubrir una cueva oscura. Sintió miedo, pero también curiosidad.

- “¿Debo entrar? ”, preguntó a Tomás.

- “Cada miedo es una oportunidad de descubrir algo nuevo. Si sientes que es el momento, entra,” animó el guardián.

Valentina respiró hondo y se adentró en la cueva. A medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad, se dio cuenta de que las paredes estaban adornadas con imágenes de sus logros y momentos felices.

- “¡No sabía que había tantas cosas que había logrado! ”, exclamó.

- “Cada logro, por pequeño que sea, cuente. Nunca debes olvidarlos”, dijo Tomás.

Con renovado espíritu, Valentina salió de la cueva y se despidió de Tomás.

- “Gracias por enseñarme tanto. Creo que estoy lista para regresar”, le dijo.

- “Siempre estaré aquí cuando necesites recordarlo”, le respondió el guardián con una sonrisa.

De repente, Valentina se encontró de vuelta en la pileta, con el agua calmada a su alrededor. Aunque solo habían pasado unos minutos, sabía que había aprendido valiosas lecciones sobre sí misma.

Desde ese día, Valentina no solo nadó con más determinación, sino que también alentó a otros nadadores a creer en sus sueños. Las aguas de su mente eran ahora un lugar de inspiración y descubrimiento, y cada vez que se zambullía, sabía que podía volver a su universo interior, donde siempre hallaría la valentía y la motivación para seguir nadando.

Y así, cada vez que Valentina se zambullía, conocía su verdadera fuerza, y el universo de su mente se expandía como un vasto océano de posibilidades.

FIN.

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