Las alas de la mariposa



Había una vez una niña llamada Sofía, a quien le encantaba jugar en el jardín y observar las hermosas mariposas que revoloteaban entre las flores.

Su mamá, Carolina, también amaba las mariposas y tenía una remera con un estampado de mariposa que le encantaba usar. Un día soleado, mientras Sofía jugaba en el jardín, se acercó a su mamá y le dijo: "Mami, ¿puedo usar tu remera de mariposa? Es tan bonita".

Carolina sonrió y asintió, dejando que Sofía se pusiera la remera. Sofía estaba emocionada por usar la remera de mariposa. Corrió por todo el jardín sintiéndose como si ella misma pudiera volar como una mariposa.

Pero de repente, algo extraño sucedió: ¡Sofía comenzó a levitar! Flotó lentamente hacia arriba mientras sus brazos se movían como alas. Carolina quedó sorprendida al ver lo que estaba sucediendo. Se dio cuenta de que la remera de mariposa tenía algún tipo de poder mágico.

Rápidamente corrió tras Sofía para asegurarse de que estuviera bien. "¡Sofía! ¿Estás bien? ¿Cómo estás volando?" preguntó Carolina preocupada. "¡Mami! ¡Es increíble! La remera me ha dado alas para volar como una verdadera mariposa", respondió Sofía con entusiasmo.

Carolina decidió acompañar a Sofía en su aventura mágica. Ambas exploraron los cielos juntas, volando por encima de las montañas y los ríos. Vieron paisajes hermosos y conocieron a otras mariposas que también podían volar.

Un día, mientras volaban sobre un bosque, Sofía y Carolina se encontraron con una mariposa triste llamada Martina. Martina había perdido sus alas en un accidente y ya no podía volar. Estaba muy triste porque extrañaba la libertad de estar en el aire.

Carolina se acercó a Martina y le dijo: "No te preocupes, tenemos algo especial para ti". Entonces le dio su remera de mariposa mágica a Martina.

Martina dudó al principio, pero cuando se puso la remera mágica, ¡sus alas comenzaron a crecer nuevamente! Ahora ella también podía volar como antes. "¡Gracias! ¡Gracias!" exclamó emocionada Martina. "Ahora puedo ser libre otra vez". Sofía, Carolina y Martina continuaron explorando el mundo juntas.

Ayudaron a otros animales necesitados y compartieron la magia de las mariposas con todos los que conocieron. Con el tiempo, la remera mágica perdió su poder y Sofía ya no podía volar como antes.

Pero eso no importaba porque había aprendido algo valioso: que todos tienen el poder dentro de ellos para hacer cosas increíbles si creen en sí mismos y ayudan a los demás. Y así, Sofía siguió siendo una niña feliz y aventurera gracias a su amor por las mariposas.

Y cada vez que veía una mariposa revoloteando en el jardín, recordaba la increíble aventura que vivió con su mamá y Martina, y sonreía sabiendo que siempre había algo mágico esperando en cada rincón del mundo.

FIN.

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