Las alas de mi sueño


Había una vez un niño llamado Anuel, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Todos los días, mientras jugaba en el patio de su casa, veía avionetas volando por el cielo azul y se quedaba fascinado.

Un día, mientras observaba las avionetas pasar, Anuel decidió que quería ser piloto cuando fuera grande. Corrió hacia adentro de su casa emocionado y le contó a su mamá sobre su sueño.

"¡Mamá! ¡Quiero ser piloto cuando sea grande! Quiero volar por el cielo como esas avionetas que vemos todos los días"- exclamó Anuel con entusiasmo. Su mamá sonrió y acarició su cabello. "Eso es maravilloso, mi amor.

Si quieres ser piloto, debes estudiar mucho y aprender todo lo que puedas sobre los aviones y cómo volarlos"- respondió ella animándolo. Anuel siguió el consejo de su mamá e investigó todo lo relacionado con la aviación.

Leyó libros sobre aerodinámica, estudió mapas para conocer diferentes rutas aéreas y hasta construyó maquetas de aviones con materiales reciclados. Su pasión por la aviación crecía cada día más. Un tiempo después, la noticia de que habría una feria aérea en la ciudad vecina llegó a oídos de Anuel.

No podía creerlo; era la oportunidad perfecta para ver aviones reales y hablar con pilotos profesionales. Con gran emoción, Anuel convenció a sus padres para ir a la feria aérea.

Al llegar, sus ojos se iluminaron al ver la cantidad de aviones que había en exhibición. "¡Mira, papá! ¡Son aviones de verdad!"- exclamó Anuel mientras señalaba hacia los cielos llenos de máquinas voladoras. Su padre sonrió y asintió. "Sí, hijo.

Pero recuerda, si quieres ser piloto algún día, debes esforzarte mucho y nunca rendirte". Anuel caminó por la feria admirando cada avión y hablando con los pilotos que estaban allí. Les hacía preguntas sobre cómo empezaron su carrera y qué consejos tenían para él.

Un piloto llamado Carlos se acercó a Anuel y le contó su historia. "Yo también soñaba con ser piloto desde muy pequeño. Estudié mucho, me preparé bien y nunca dejé de creer en mi sueño.

Ahora vuelo por todo el mundo cumpliendo mi pasión". Anuel escuchaba atentamente las palabras del piloto Carlos e imaginaba cómo sería volar por el cielo como él lo hacía. La feria aérea llegó a su fin y Anuel regresó a casa lleno de inspiración.

Sabía que alcanzar su sueño no sería fácil, pero estaba dispuesto a trabajar duro para lograrlo. Los años pasaron y Anuel estudió arduamente.

Se convirtió en un excelente estudiante y siempre recordaba las palabras del piloto Carlos: "Nunca dejes de creer en ti mismo". Finalmente, llegó el día en que Anuel se graduó como piloto profesional. Sus padres estaban orgullosos de él y lo apoyaban en cada paso que daba.

Un día, Anuel recibió una oferta para trabajar como piloto en una compañía aérea. Estaba tan emocionado que no podía creerlo. Finalmente, su sueño se había hecho realidad.

Anuel voló por todo el mundo llevando a pasajeros a diferentes destinos y disfrutando de la libertad que solo los cielos pueden ofrecer. Siempre recordaba cómo comenzó todo cuando veía avionetas en el cielo de su infancia. Y así, Anuel demostró que con esfuerzo, dedicación y nunca dejar de creer en uno mismo, cualquier sueño puede hacerse realidad.

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