Las alas de Sebastián
Sebastián era un niño muy curioso y aventurero. Desde pequeño, su pasión por los aviones lo había llevado a soñar con volar por el mundo entero.
Pasaba horas leyendo libros sobre aviación y construyendo maquetas de aviones en su habitación. Un día, mientras paseaba por el parque, Sebastián encontró un papelito pegado en un poste que decía: "¡Ven y descubre el mundo de los aviones en nuestro club de vuelo!".
No podía creerlo, ¡era justo lo que estaba buscando! Sin pensarlo dos veces, corrió hasta la dirección indicada. Al llegar al club de vuelo, Sebastián se encontró con otros niños apasionados por la aviación.
Allí conocieron al instructor Pablo, quien les enseñaría todo sobre los aviones y cómo pilotearlos. Estaban emocionados y ansiosos por comenzar sus lecciones.
Durante las primeras clases teóricas, Sebastián aprendió sobre las partes del avión, cómo despegar y aterrizar correctamente e incluso las señales que utilizan los pilotos para comunicarse entre ellos. Pero lo más emocionante fue cuando finalmente llegó el momento de subirse a un avión real. "¡Chicos! Hoy es el gran día. Vamos a hacer nuestro primer vuelo", anunció Pablo con una sonrisa en su rostro.
Todos se abrocharon sus cinturones de seguridad y esperaron ansiosos mientras el motor del avión rugía cada vez más fuerte. El corazón de Sebastián latía rápido y sus manos sudaban de emoción.
Nunca había estado tan cerca de cumplir su sueño antes. El avión comenzó a moverse por la pista de despegue y en cuestión de segundos, el suelo quedó atrás. Sebastián miraba por la ventana con una mezcla de asombro y felicidad.
¡Estaba volando como siempre había soñado! Pero justo cuando pensaba que nada podía salir mal, una ráfaga de viento hizo temblar el avión. El piloto intentó estabilizarlo, pero era demasiado tarde.
El motor se apagó y el avión comenzó a descender rápidamente. "¡Agárrense fuerte!", gritó Pablo mientras trataba de mantener la calma. Todos los niños se aferraron a sus asientos mientras el avión caía en picada hacia tierra. Sebastián cerró los ojos con fuerza, esperando lo peor.
Pero para su sorpresa, el avión no se estrelló contra el suelo. En cambio, un paracaídas gigante se abrió sobre ellos y comenzaron a descender lentamente hacia el suelo. Cuando finalmente tocaron tierra firme, todos salieron del avión temblando pero aliviados.
Habían sobrevivido a un accidente aéreo gracias al paracaídas de emergencia. Aunque estaban asustados, decidieron no rendirse ante esta experiencia traumática. Sabían que volar era su pasión y no iban a dejar que un incidente los detuviera.
Después del accidente, Sebastián continuó tomando clases de vuelo junto con sus amigos del club. Aprendió cómo manejar situaciones complicadas e incluso obtuvo su licencia de piloto cuando cumplió 18 años.
Hoy en día, Sebastián es un reconocido piloto de aviones y viaja por todo el mundo cumpliendo su sueño de volar. Nunca olvidará aquel accidente que lo marcó, pero gracias a su perseverancia y pasión, logró superarlo y convertirse en el piloto que siempre soñó ser.
La historia de Sebastián nos enseña que los sueños pueden hacerse realidad si estamos dispuestos a luchar por ellos. Aunque enfrentemos dificultades en el camino, no debemos rendirnos. Con determinación y valentía, podemos alcanzar las alturas más grandes.
Y así como Sebastián descubrió, ¡nunca dejemos de volar hacia nuestros sueños!
FIN.