Las alas del amor
Había una vez un niño llamado Mateo, quien era muy especial. A diferencia de los demás niños, Mateo tenía orejas puntiagudas y ojos brillantes como los de un gato.
Además, tenía un encanto especial que atraía a todos los animales a su alrededor. Desde pequeño, Mateo siempre había sentido la necesidad de congeniar con el mundo que lo rodeaba.
A pesar de sus características únicas, él quería ser aceptado por los demás niños y formar parte de su grupo. Sin embargo, en lugar de recibir amor y comprensión, se encontró con prejuicios y rechazo. Un día, mientras caminaba por el parque intentando jugar con otros niños, escuchó risas burlonas detrás suyo.
Se dio vuelta y vio a un grupo de chicos señalándolo y riéndose sin piedad. "¡Miren al extraterrestre!"- gritaron algunos chicos entre risas. Mateo sintió cómo las lágrimas llenaban sus ojos. Corrió hacia su casa sin mirar atrás.
Su mamá lo encontró llorando en su habitación y le preguntó qué había pasado. "La gente no me quiere porque soy diferente" - sollozó Mateo.
Su mamá lo abrazó fuertemente y le dijo: "No te preocupes hijo mío, eres único y eso es algo maravilloso". Esa noche, mientras dormía profundamente bajo las estrellas que brillaban en su habitación (pues sí ¡tenía estrellas en el techo! ), Mateo tuvo un sueño increíblemente mágico.
En su sueño se encontraba en un bosque encantado, rodeado de criaturas mágicas. Había hadas, unicornios y duendes que lo miraban con cariño y aceptación.
Un unicornio se acercó a Mateo y le dijo: "No importa cómo te vean los demás, lo importante es cómo tú te ves a ti mismo. Eres especial y tienes un don único para conectar con la naturaleza". Mateo despertó al día siguiente sintiéndose renovado y lleno de determinación.
Sabía que debía encontrar su lugar en el mundo sin importar las opiniones de los demás. Decidió ir al parque nuevamente, pero esta vez no buscaba la aceptación de los niños. En cambio, comenzó a ayudar a los animales heridos que encontraba en el camino. Curaba sus heridas y les daba amor.
Pronto, las noticias sobre el niño amante de los animales se extendieron por toda la ciudad. Las personas comenzaron a admirar su bondad y valentía para enfrentar los prejuicios.
Un día, mientras cuidaba de un pajarito herido en el parque, Mateo escuchó una voz detrás suyo:"¡Hola! ¿Puedo ayudarte?"- dijo una niña llamada Sofía. Sofía también era diferente; tenía alas como las mariposas y podía volar. Ella había sido rechazada por ser diferente al igual que Mateo.
Juntos formaron una amistad inquebrantable basada en la empatía y comprensión mutua. Se apoyaron mutuamente para enfrentar cualquier prejuicio o burla que surgiera en su camino.
Con el tiempo, Mateo aprendió que siempre habría personas que juzgarían por las apariencias, pero eso no debía afectarlo. Él sabía quién era realmente y eso era lo único que importaba. Así, Mateo y Sofía continuaron su misión de ayudar a los animales y a todos aquellos que necesitaban una mano amiga.
Juntos demostraron al mundo que el amor y la aceptación pueden derribar cualquier barrera. Y así termina nuestra historia, queridos niños.
Recuerden siempre valorarse tal como son y nunca permitan que los prejuicios de los demás les impidan brillar con luz propia.
FIN.