Las alas del corazón



Había una vez un pequeño dragón llamado Fuego, que vivía en un mundo muy diferente al nuestro. En su mundo, todos los dragones eran de colores brillantes y tenían hermosas alas que les permitían volar por el cielo.

Fuego era diferente a los demás dragones. Tenía un color gris apagado y no tenía alas.

Esto hacía que se sintiera triste y desanimado, ya que siempre se comparaba con los demás y sentía que no pertenecía a ese mundo tan maravilloso. Un día, mientras caminaba por el bosque, Fuego encontró una extraña planta con flores multicolores. Se acercó curioso y tocó una de las flores. De repente, comenzó a sentir algo extraño en su cuerpo.

Cuando abrió los ojos, ¡se dio cuenta de que había crecido unas hermosas alas! Estaba emocionado y empezó a volar por el aire como si fuera la cosa más natural del mundo.

"¡Miren todos! ¡Tengo alas ahora!"- exclamó Fuego emocionado mientras sobrevolaba el bosque. Los otros dragones lo miraron sorprendidos y algunos incluso comenzaron a reírse de él. Pero Fuego no se dejó afectar por eso. Sabía que era especial y único de esa manera.

Un día, mientras volaba sobre las montañas, escuchó alguien pidiendo ayuda desde abajo. Al acercarse vio a un grupo de animales atrapados en una red abandonada por cazadores furtivos. Fuego sabía que tenía que ayudarlos.

Con sus nuevas alas poderosas, voló hacia abajo y comenzó a quemar la red con su aliento de fuego. Uno a uno, los animales fueron liberados y pudieron volver a sus hogares. "Gracias, Fuego.

¡Eres un héroe!"- dijo una pequeña ardilla mientras lo abrazaba. Fuego sonrió y se dio cuenta de que no importaba cómo luciera o qué tan diferente fuera, siempre podría hacer cosas buenas y ayudar a los demás.

A partir de ese día, Fuego se convirtió en el protector del bosque. Volaba por todas partes buscando problemas para solucionar y ayudando a todos aquellos que lo necesitaban.

La noticia sobre el dragón valiente que no tenía alas pero aún así era capaz de volar y salvar vidas se extendió rápidamente por todo el mundo extraño. Los demás dragones comenzaron a admirarlo y pronto Fuego se convirtió en un símbolo de coraje y bondad.

Con el tiempo, los otros dragones comenzaron a darse cuenta de que la verdadera belleza estaba en el interior y que cada uno era especial a su manera. Aprendieron a aceptarse y valorarse tal como eran.

Y así, gracias al coraje y determinación de Fuego, todos los habitantes del mundo extraño aprendieron una gran lección: ser diferentes no es algo malo; es lo que nos hace únicos e increíbles. Desde entonces, Fuego siguió volando por los cielos del mundo extraño, llevando esperanza y alegría a todos aquellos que encontraba en su camino.

Y nunca más se sintió triste o desanimado porque sabía que él era un verdadero héroe dentro de su corazón.

FIN.

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