Las alfombras mágicas de Misiones



En un pequeño pueblo de la provincia de Misiones, un grupo de amigos decidió unirse para cumplir su sueño: crear la mejor tienda de alfombras del mundo. Estos amigos eran Luciano Hackbartt, Yonathan Gazano, Alexis Sendoa, Agustín Lautaro Britez, Luciano Palavecino y Lautaro González. Todos compartían un amor por las alfombras, no solo por su belleza, sino también por las historias que podían contar.

Un día, mientras se reunían en el taller donde trabajaban en sus diseños, Luciano Hackbartt lanzó la idea:

"¿Y si hacemos una alfombra que no solo sea hermosa, sino que también cuente una historia?"

Todos miraron a Luciano con curiosidad. Agustín Britez se rascó la cabeza, mientras decía:

"¿Cómo se hace eso?"

"Podemos pedir a la gente que nos cuente sus historias y luego las transformamos en alfombras" - propuso Yonathan Gazano, emocionado.

Con esa idea, decidieron recorrer el pueblo, escuchando las historias de sus vecinos. Desde relatos sobre el amor de una abuela hasta la valentía de un niño, cada historia era única y maravillosa.

Mientras recolectaban historias, llegaron a oídos de los amigos una leyenda local sobre una alfombra mágica que podía transportar a quien se sentara en ella a lugares increíbles. La leyenda decía que para encontrar la alfombra mágica, había que crear una alfombra con todo el amor y dedicación posible.

"¡Eso es lo que vamos a hacer!" - exclamó Lautaro González, entusiasmado. "Vamos a crear la alfombra más especial del mundo y descubrir si la leyenda es cierta".

Días pasaron mientras trabajaban, y poco a poco, su primera alfombra fue tomando forma. La cosieron con historias de valentía, amor, amistad y sueños, cada hilo representando algo significativo. Sin embargo, un día, algo extraño sucedió.

Mientras estaban en el taller, Alexis Sendoa se dio cuenta de que la alfombra comenzaba a brillar.Le dijo a todos:

"¡Miren esto!"

Todos se acercaron y quedaron sorprendidos por la luz que emanaba la alfombra. De repente, la alfombra comenzó a levitar lentamente del suelo.

"¡Es real!" - gritó Palavecino Luciano, asombrado.

"Creo que hemos creado algo increíble" - agregó Lautaro Britez.

Con un poco de miedo pero mucha emoción, se sentaron sobre la alfombra. Al instante, fueron transportados a un hermoso prado lleno de flores y con un cielo de colores brillantes.

"¡Miren este lugar!" - exclamó Agustín, admirando la belleza a su alrededor. "Nunca había visto algo así".

Cada vez que se sentaban en la alfombra, descubrían un nuevo lugar lleno de maravillas. Pero pronto se dieron cuenta de que no solo querían viajar, sino que también quería compartir estas experiencias con los demás. Entonces, decidieron llevar la alfombra mágica al pueblo para que todos pudieran probarla.

"¡Vamos a invitar a todos a subirse!" - sugirió Yonathan.

"Así todos podrán conocer la magia de nuestras historias" - agregó Alexis.

El día del gran evento llegó. Niños y adultos de todo el pueblo se reunieron para probar la alfombra mágica. Uno tras otro, cada persona se sentaba en la alfombra y vivía su propia aventura llena de alegría y maravillas.

Al final del día, Luciano Hackbartt, emocionado, dijo:

"Esta alfombra no solo es un emprendimiento, es un puente entre las historias de todos nosotros" - y abrazó a sus amigos, quienes estaban felices.

Desde ese día, la tienda de alfombras se convirtió en un lugar donde la comunidad podía reunirse, contar sus historias y soñar juntos. Todos aprendieron que con esfuerzo, amor y un poco de magia, se pueden crear cosas maravillosas. Y aunque los amigos sabían que la alfombra mágica era especial, también comprendieron que la verdadera magia estaba en la unión de sus corazones y en las historias que llevaban dentro.

FIN.

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