Las Amistades de Paula
Era una mañana soleada en la escuela del barrio donde vivía Paula. Mientras caminaba por el pasillo, vio a sus compañeros. Algunos jugaban a la pelota, otros se reían en la esquina y un grupo discutía sobre qué dibujar en la clase de arte. Paula sonrió, porque le encantaba tener tantos amigos.
Paula era una niña carismática y siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos. Un día, mientras comía su almuerzo, encontró a un niño solitario sentado en una mesa. Se acercó y le dijo:
"Hola, soy Paula. ¿Por qué estás solo?"
"Sólo estoy mirando como todos se divierten. No sé si puedo unirme."
"¡Claro! Ven, hay espacio para todos."
Así fue como conoció a Nico, un niño al que le encantaba dibujar. Juntos, se hicieron amigos y empezaron a compartir historias sobre sus dibujos. Pero Paula, que era muy sociable, tenía una idea.
Un día decidió organizar un concurso de dibujo. Estaba muy emocionada y decía a todos:
"¡Vamos a hacer un concurso! ¡Cada uno puede dibujar lo que quiera!"
"¿Y el premio?" preguntó Laura, una niña muy divertida.
"¡Un helado gigante!"
Todos se entusiasmaron y comenzaron a dibujar. Sin embargo, durante el concurso ocurriría algo inesperado.
Mientras todos dibujaban, Paula notó que algunos de sus amigos estaban discutiendo. Uno de ellos quería dibujar un dragón y otro quería dibujar un unicornio. La tensión creció y cada uno decía:
"¡Mi dibujo es mejor!"
"¡No, el mío!"
La situación estaba a punto de estallar, pero Paula tuvo una idea brillante.
"¡Oigan!" exclamó. "¿Qué tal si hacemos un dibujo juntos? Un dragón y un unicornio podrían ser amigos. ¡Podemos inventar una historia!"
"¿De verdad podemos unirlos?" preguntó Felipe.
"¡Sí! Vamos a crear algo asombroso juntos."
Todos empezaron a trabajar juntos. El dragón y el unicornio volaban por un cielo de arcoíris, y todos estaban felices colaborando. Cuando terminaron, admiraron su obra maestra y Paula dijo:
"Esto es increíble, ¡no solo tenemos un dibujo, sino una historia fantástica!"
"¡Y lo hicimos entre todos!" agregó Laura.
Cuando llegó el momento de elegir al ganador, todos decían:
"¡Todos ganamos!"
"Sí, ¡somos un gran equipo!"
Paula sonrió, feliz de ver cómo sus amigos se unieron. Entonces, decidieron que el premio sería un helado para todos.
Desde aquel día, Paula aprendió que no necesita elegir sólo a una mejor amiga. Entre su grupo siempre hay espacio para más personas.
Y así, cada día, Paula seguía haciendo amigos nuevos. Un día, conoció a Lucía, que era tímida. Paula se acercó:
"¿Querés jugar con nosotros?"
"¿Yo? Pero… no sé…"
"¡Claro! Todo el mundo es bienvenido."
Al final, incluso Lucía se integró al grupo y les trajo algo nuevo: una canción que había inventado.
El recreo se llenaba de risas, amistad y alegría.
Y así, Paula siguió aprendiendo que la amistad no se tiene que dividir, sino multiplicar. ¡Ella creía en un mundo donde todos podían ser amigos de todos!
El final de la historia le trajo tanta felicidad que decidieron hacer una gran fiesta donde invitarían a todos. Y, cuando llegó el día, se llenó de colores y risas, con lo mejor de cada amistad presente. ¿Y saben qué?"¡El helado era aún más grande!"
Y así, Paula y sus amigos siguieron llenando el mundo de alegría, amistad y muchas risas, porque al final del día, la verdadera magia es que no tienes que elegir, ¡puedes ser amigo de todos!
FIN.