Las Ardillas Aventureras y el Bosque Mágico
Era un hermoso día soleado en el bosque de la Alegría, donde una pandilla de ardillas muy locas: Rufi, Chispa y Nube, decidieron salir de paseo. Con sus colas esponjadas y sus patas inquietas, se lanzaron a la aventura.
"¿A dónde vamos hoy?" preguntó Rufi, haciendo saltos de emoción.
"¡Al árbol más alto del bosque!" exclamó Chispa, brillando de entusiasmo.
"¡Sí! Desde la cima podremos ver todo el bosque!" agregó Nube, aunque algo temerosa de la altura.
Las ardillas, con su energía y alegría, comenzaron a correr entre los árboles. Pero mientras exploraban, se toparon con algo inesperado. Al borde de un claro, encontraron un objeto brillante que resplandecía bajo los rayos del sol.
"¿Qué será eso?" preguntó Chispa, acercándose con cautela.
"¡Es un cofre!" grito Rufi.
"¡Abrí!" dijo Nube, pero su voz sonaba más asustada que emocionada.
Con gran esfuerzo y un par de saltos, lograron abrir el cofre. ¡Era un tesoro de semillas de frutos secos! Pero de repente, algo sucedió: una nube oscura apareció sobre ellos.
"¿Qué es eso?" gritó Nube.
"¡Es un señor Búho!" respondió Rufi, reconociendo al guardián del bosque.
"¡Ah, ustedes! Ardillas curiosas, no pueden llevarse esas semillas. Son para todos los animales del bosque." dijo el Búho con voz grave.
La pandilla de ardillas miró a su alrededor y vio a sus amigos: los pájaros, los ciervos y hasta los pequeños conejos, todos hambrientos y mirando el cofre con ojos emocionados.
"Pero..." comenzó Rufi, "¿podemos compartirlas?"
"¡Sí! ¡Eso haría feliz a todos!" saltó Chispa, mientras Nube asentía con una sonrisa.
El Búho miró a las ardillas y sonrió.
"¡Exactamente! El bosque es hogar de todos y compartir trae felicidad a todos. ¡Vamos a repartir estas semillas!"
Las ardillas, entusiasmadas, comenzaron a repartir las semillas entre sus amigos. Rufi, Chispa y Nube invitaron a todos a una gran fiesta en el claro, donde todos disfrutaron de un festín de semillas y frutas.
"¡Gracias, ardillas!" gritó un pequeño conejo saltando de alegría.
"¡Son las mejores!" dijo un pajarito mientras picoteaba una semilla dorada.
"¡Eso es lo mejor de nuestra aventura!" exclamó Nube.
Al caer la tarde, y con el estómago lleno, todos comenzaron a bailar y a celebrar juntos. Las ardillas se dieron cuenta de que el verdadero tesoro no eran las semillas, sino los amigos y la alegría de compartir. El Búho, volando alto sobre ellos, sonrió y aprobó la amable decisión de las ardillas.
"Este bosque siempre será un lugar especial gracias a ustedes. Recuerden, la generosidad siempre vuelve."
Y así, las ardillas locas aprendieron que las mejores aventuras se disfrutan cuando se comparte la felicidad. Desde aquel día, Rufi, Chispa y Nube fueron los mejores amigos del bosque y cada día era una nueva oportunidad para crear momentos inolvidables juntos.
Fin.
FIN.