Las Ardillas Melódicas



Había una vez, en un bosquecito lleno de árboles frondosos y flores de todos los colores, tres ardillas amigas que se hacían llamar Lila, Coco y Pipo. A Lila le encantaba cantar, siempre que podía, sacaba un pequeño micrófono que había encontrado y organizaba divertidos conciertos en el claro del bosque. Coco era una gran bailarina, movía su colita con gracia al ritmo de cualquier música. Y Pipo, el más ingenioso de los tres, era quien se encargaba de crear las melodías más divertidas con su ukulele de madera.

Una mañana soleada, Lila se despertó con una idea brillante. "Chicos, ¿qué les parece si hacemos un gran recital para todos los animales del bosque?" - propuso entusiasmada.

"¡Sí! ¡Eso suena genial!" - exclamó Coco mientras saltaba de alegría. "Podríamos invitar a todas las especies a que vengan a disfrutar de nuestra música y baile."

"Y yo puedo hacer unas decoraciones coloridas con hojas y flores para que el lugar se vea espectacular!" - agregó Pipo, moviendo la cola de entusiasmo.

Los tres amigos comenzaron a preparar todo. Lila practicaba sus canciones mientras Coco elegía los mejores pasos de baile, y Pipo se dedicaba a decorar el escenario con pompones de hojas y pétalos. Pero a medida que pasaban los días, Lila comenzó a sentir presión. Pensaba en que debía ser perfecta.

Una tarde, se sintió tan nerviosa que le costó entonar una sola nota. "Chicos, ¿y si no les gusta nuestra música? ¿Y si no viene nadie?" - dijo Lila con tristeza.

"¡Ay, Lila!" - dijo Coco, acercándose a su amiga. "No te preocupes. Lo más importante no es ser perfectos, sino que lo hagamos juntos y nos divirtamos. Recuerda, ¡somos la mejor banda del bosque!"

Pipo asintió siéndole apoyo "Exacto, amiga. Además, los animales vendrán a ver a tres ardillas divertidas, no un recital en el que tienen que estar callados. La alegría que compartimos es lo que realmente importa."

Lila se sintió un poquito mejor, pero aún tenía sus dudas. Esa noche, mientras sus amigos se estaban divirtiendo, decidió que tenía que hacer algo al respecto. Se subió a la rama más alta del árbol y miró a su alrededor. "Debo recordar por qué amo cantar y bailar" - se dijo a sí misma. Con esa idea en mente, se dejó llevar por la brisa y comenzó a cantar, sin preocuparse de ser perfecta. Pronto, los sonidos alegres atrajeron la atención de sus amigos, quienes la escucharon y se unieron a ella.

Al día siguiente, llegó el gran momento. Todos los animales del bosque se reunieron en el claro. Curiosos, los conejos, ciervos, pájaros y hasta los renos se acomodaron en las ramas y el suelo, listos para disfrutar de la presentación.

"¡Bienvenidos a nuestro recital!" - gritó Pipo, con su ukulele en mano. "¡Disfruten de nuestra música!"

Lila tomó una respiración profunda y comenzó a cantar. Esta vez, su voz era clara y llena de alegría. Coco comenzó a moverse al ritmo de la música y Pipo tocaba energéticamente su ukulele. Todos los animales aplaudían y animaban con sus gritos. Pronto, Lila se olvidó del miedo y se dejó llevar por el momento.

Cada participación era lo que los animales esperaban. De repente, en medio del recital, un grupo de pájaros se unió al canto. "¡Qué hermoso!" - dijo una tortuga, moviendo su cabeza al ritmo de la música.

Y por primera vez, Lila sintió que no estaban solos: todos compartían su alegría. Cuando terminaron, el bosque resonaba con aplausos y gritos de aliento. Al finalizar, Lila estaba radiante, con una gran sonrisa.

"¡Lo hicimos! ¡Fue increíble!" - gritó Lila al dar un salto.

"Y lo mejor es que hicimos feliz a todos con nuestra música" - contestó Coco, con su cola moviéndose de un lado a otro.

"Hicimos más que un recital; creamos un momento único donde todos pudieron ser parte de nuestra alegría" - agregó Pipo, abrazando a sus amigas.

Desde esa experiencia, las tres ardillas siguieron organizando recitales en el bosque, y a cada uno le ponían un tema diferente, como el día de los colores o la noche mágica de estrellas. Aprendieron que no siempre necesitas ser perfecto, sino compartir momentos llenos de alegría y unión.

Y así, juntos, siguieron cantando y bailando, llevando alegría a cada rincón del bosque, recordando siempre que la verdadera diversión está en hacerlo juntos.

FIN.

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