Las Aventura de Aleja y su Amiga Sofía
Era una tarde lluviosa en la ciudad, y Aleja, una niña de diez años, se encontraba muy triste en su habitación. Su madre, Patricia, había decidido que era un buen momento para poner límites, así que había dejado a Aleja sin salir a jugar con sus amigos. Pero lo que más le dolía a Aleja era que su novio amoroso, Sebas, no podía visitarla ese día.
"¡Mamá, no es justo!" - lloró Aleja mientras miraba por la ventana.
"Aleja, necesitas hacer tus tareas primero. No puedo permitir que pase todas las tardes afuera sin cumplir con tus responsabilidades" - respondió Patricia con un tono firme.
En ese momento, su amiga Sofía decidió ir a visitarla a pesar de la lluvia. Sofía era la mejor amiga de Aleja, siempre llena de optimismo y con un corazón enorme. Cuando llegó, vio a Aleja llorando.
"¡Hola, Aleja! No llores, estoy aquí para hacerte compañía" - dijo Sofía con una sonrisa.
"Mamá no me deja salir y no puedo ver a Sebas" - suspiró Aleja.
"Pero podemos tener una aventura dentro de casa. ¡Podemos hacer un fuerte!" - sugirió Sofía con entusiasmo.
Aleja se asomó a la ventana y vio que la lluvia comenzaba a calmarse. La idea de construir un fuerte hizo que se olvidara un poco de su tristeza. Las dos amigas comenzaron a reunir almohadas, mantas y algunas sillas del comedor. Hicieron un fuerte gigante en la sala.
"¡Mirá lo que hicimos!" - exclamó Sofía al ver el fuerte terminado.
"Es como nuestro propio castillo, con espacio para todos los que amamos" - respondió Aleja, sonriendo por primera vez.
Mientras jugaban, los hermanos de Aleja, Jose, Juan y Sergio, quienes solían ser un poco fastidiosos pero que en el fondo la querían mucho, se acercaron.
"¿Nos dejan entrar?" - preguntó Jose.
"¿Por qué no? Vení, vení!" - dijo Sofía.
"Podríamos hacer una competencia de historias de miedo" - propuso Juan emocionado.
"O quizás una película de terror, yo tengo algunas en casa" - agregó Sergio, haciendo reír a todos.
Aleja se dio cuenta de que, aunque su madre no la dejaba salir, no tenía por qué perderse de momentos divertidos. Comenzaron a compartir historias, risas y a jugar juegos que hicieron que la alegría reinara dentro de la casa. En un giro inesperado, mientras hacían sus historias, se dieron cuenta de que podían involucrar a cada uno de sus personajes, incluso a la temible mamá Patricia.
"¿Y qué tal si en vez de una mamá malvada, hacemos que sea una mamá aventurera que ayuda a todos a celebrar?" - sugirió Sofía.
"Sí, como una superheroína que también protege su hogar" - añadió Aleja.
"Y puede tener un lado gracioso, porque a veces hace cosas raras" - rió Juan.
Así, comenzaron a narrar una divertida historia sobre una madre fuerte y valiente que desafiaba a los fantasmas de la ficción que intentaban asustar a los niños. A su vez, esta madre siempre les enseñaba sobre la importancia de la colaboración y de ser responsables. Se dieron cuenta de que a veces lo que parece malo puede tener un lado positivo.
Cada vez que contaban una parte de la historia, se sumaba un nuevo detalle y también una nueva enseñanza. Así, entre juegos y risas, Aleja se sintió tan feliz que olvidó su tristeza. Pocas horas después, cuando la lluvia finalmente paró, Patricia hizo su aparición en el fuerte.
"¿Qué están haciendo aquí todos?" - les preguntó con una mirada curiosa.
"Mamá, ¡estamos contando historias!" - excluyó Aleja con entusiasmo.
"¿Puedo unirme?" - preguntó Patricia, sonriendo.
"¡Claro! Pero vas a tener que ser nuestra heroína" - le dijo Sofía.
Y así, la familia se unió en un mundo de aventuras y emoción, demostrando que el amor y la diversión pueden vencer incluso en los días más grises. Desde ese día, Aleja entendió que los límites no eran solo restricciones, sino oportunidades para crear momentos especiales.
Cuando al final llegó el momento de despedir a sus amigos, Aleja se sintió agradecida no solo por la visita de Sofía, sino porque había aprendido a mirar las cosas desde otra perspectiva. Y cuando se despidieron, juraron que el próximo encuentro sería aún mejor, uniendo a todos los personajes de sus historias en una gran aventura familiar.
"¡Nos vemos pronto!" - gritó Aleja mientras sus amigos se marchaban.
"Sí, ¡con historias aún más locas!" - respondieron todos.
FIN.