Las Aventura de Conejo, Pollito y Ratón



En un hermoso bosque lleno de colores y sonidos, vivían tres amigos: Conejo, Pollito y Ratón. Ellos eran inseparables y cada día se embarcaban en nuevas aventuras. Pero a veces, olvidaban prestarle atención a las advertencias de sus mayores sobre las reglas que los cuidaban.

Una mañana, mientras jugaban cerca de un arroyo, Conejo se llenó de entusiasmo y dijo: "¡Chicos, no hay reglas que sigan! Vamos a saltar piedras en el agua y a ver quién puede llegar más lejos sin caerse!".

Pollito, algo más cauteloso, intentó recordarles lo que la Vieja Tortuga siempre decía: "¡Chicos! La Vieja Tortuga siempre nos dice que no debemos acercarnos demasiado al arroyo sin supervisión. Puede ser peligroso.".

Pero Ratón, que era muy aventurero, se emocionó y gritó: "¡No seas miedoso, Pollito! Vamos, esto será divertido. Además, somos grandes, ya no necesitamos que nos digan qué hacer.".

Así, sin pensar en las advertencias, Conejo, Pollito y Ratón se acercaron al arroyo. Al principio todo iba bien, cada uno intentaba saltar de piedra en piedra y reían al hacerlo. Pero de repente, Conejo resbaló y cayó en el agua.

"¡Ayuda!" - gritó Conejo, mientras intentaba agarrarse de algo para salir. Pollito y Ratón se miraron asustados. "¡Rápido, Pollito! Debemos hacer algo" - dijo Ratón con preocupación.

Pollito, que todavía recordaba lo que decía la Vieja Tortuga, pensó rápidamente. "Conejo, no te muevas mucho o te cansarás. ¡Voy a buscar ayuda!".

Pollito voló tan rápido como pudo y buscó a la Vieja Tortuga. Cuando finalmente la encontró, le contó lo que había sucedido. "¡Vieja Tortuga! Conejo se cayó al arroyo porque no hicimos caso a tus advertencias. Ven, necesitamos tu ayuda!".

La Vieja Tortuga llegó rápidamente al arroyo. "¡Oh, qué error, chicos! Siempre les digo lo importante que es seguir las reglas para su seguridad. Vamos a ayudar a Conejo!" - dijo con voz calma pero firme.

La Vieja Tortuga se acercó al borde del arroyo y con sus patas fuertes se armó de valor. "Conejo, agárrate de esta rama, yo voy a hacer todo lo que pueda para sacarte de ahí". Conejo, mientras luchaba contra el agua, logró sujetar la rama con todas sus fuerzas.

Con esfuerzo, la Vieja Tortuga logró ayudar a Conejo a salir del agua. "¡Gracias, Vieja Tortuga!" - exclamó Conejo, temblando de frío. "Entiendo que no deberíamos haber ignorado tus consejos. Las reglas están hechas para cuidarnos".

Los tres amigos estaban más que aliviados, aunque también un poco avergonzados. Pollito, con voz suave, dijo: "Nunca más vamos a ignorar lo que nos dicen los mayores. Las reglas no son solo palabras, son una manera de cuidarnos".

Ratón asintió con la cabeza, "Sí, y no todo debe ser aventura si nos arriesga. Siempre hay que encontrar un equilibrio entre jugar y estar seguros".

Así, Conejo, Pollito y Ratón aprendieron la importancia de escuchar, seguir las reglas y prestar atención a los buenos consejos. Desde ese día, se convirtieron en los mejores amigos no solo en diversión, sino también en responsabilidad. Siempre recordaban cómo la Vieja Tortuga y sus advertencias los habían salvado de un gran problema.

Y así, cada vez que comenzaban una nueva aventura, nunca olvidaban seguir las reglas y cuidar de cada uno, porque, después de todo, las reglas ¡son como un abrazo que nos protege de lo inesperado! Y desde entonces, el bosque resonaba con sus risas… pero esta vez, con más sabiduría.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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