Las Aventura de Juan Pablo y su Telescopio
Era una noche estrellada en el pequeño pueblo de San Julián. Juan Pablo, un niño curioso de diez años, miraba hacia el cielo con su nuevo telescopio, un regalo de su abuelo. Le habían dicho que el universo estaba lleno de maravillas, así que decidió que esa noche sería especial.
Con una emoción inmensa, se asomó a su telescopio y ajustó la lente. "¡Wow! Mirá eso!"- exclamó mientras enfocaba la luna llena. Era tan cercana y brillante que sentía que podía tocarla. "¡Parecés un astronauta!"- le dijo su hermana Sofía, quien se había unido a él en la aventura.
"No, yo soy un explorador espacial,"- respondió Juan Pablo riendo. Al seguir observando, notó un pequeño destello en la distancia. "¿Qué será eso?"- murmuró, intrigado.
De repente, la imagen se aclaró y vio un planeta que nunca había visto antes. "Sofía, vení a ver esto!"- la llamó. "Es un planeta lleno de colores, parece un dulce gigante!"- Sofía asomó su cabezita y sus ojos se iluminaron.
"¿Podemos ir?"- preguntó ella emocionada.
"No podemos ir físicamente, pero podemos imaginarlo!"- dijo Juan Pablo, y juntos empezaron a imaginar cómo sería ese planeta. Empezaron a inventar historias sobre criaturas que habitarían en él. "Tal vez habita un dragón de caramelos que vuela entre nubes de algodón!"- propuso Sofía.
Al día siguiente, Juan Pablo decidió que quería saber más sobre aquello que había visto. Fue a la biblioteca del pueblo y se sumergió en libros sobre planetas y estrellas. Aprendió sobre Saturno, con sus anillos de hielo y roca, y Júpiter, el gigante de mil colores.
"¿Sabías que hay más de 200 lunas en Júpiter?"- le dijo a Sofía al volver a casa. "¡Es como un mundo lleno de sorpresas!"-
Inspirado por todo lo que había descubierto, Juan Pablo tuvo una idea. "Voy a hacer un club de astronomía en la escuela!"- anunció. Sofía lo miró con admiración. "Eso suena genial, Juan!"-.
Esa semana, convocó a sus amigos en el parque. "¡Hola a todos! Los invito a observar las estrellas con mi telescopio. ¡Vamos a ser exploradores del espacio!"- dijo con entusiasmo. Algunos amigos dudaron, pero al ver su energía se unieron.
La primera noche de observación fue mágica. Los chicos se turnaron para mirar por el telescopio y cada descubrimiento era un motivo más de asombro. "¡Mirá ese cúmulo de estrellas! ¡Es como si estuvieran bailando!"- gritó un amigo. Juan Pablo se sintió orgulloso al ver el interés de todos.
Sin embargo, un giro inesperado sucedió. Una nube oscura cubrió el cielo, y las estrellas desaparecieron. "No puede ser…"- murmuró Juan Pablo desilusionado. "Quizás deberíamos irnos,"- sugirió uno de sus amigos. Pero Juan Pablo no se dio por vencido. "Esperemos un poco más. A veces, las nubes se van y las estrellas vuelven a brillar!"-
Los chicos decidieron quedarse, y tras algunos minutos, la nube se disipó. ¡Las estrellas estaban de nuevo allí, y más brillantes que nunca! Todos gritaron de alegría. "Te lo dije!"- exclamó Juan Pablo.
La noche terminó con risas y muchas más historias sobre el espacio. Cada uno se llevó su propia historia de astronomía y el deseo de aprender más. Juan Pablo se sintió feliz cuando vio a sus amigos tan emocionados.
A partir de esa noche, el Club de Astronomía de Juan Pablo se volvió famoso en la escuela. Noche tras noche, exploraron más y más maravillas del universo, y Juan Pablo aprendió que la curiosidad y la perseverancia abren las puertas a un mundo lleno de sorpresas.
Y así, Juan Pablo, el pequeño explorador espacial, siguió descubriendo grandiosas cosas, no solo del cielo, sino también la magia de compartirlas con sus amigos. Desde ese día, cada vez que miraba por su telescopio, sabía que detrás de cada estrella hay un sueño por descubrir.
FIN.