Las Aventura de Juanito y sus Manos Sucias



Había una vez un niño llamado Juanito que estudiaba en una gran escuela. Era un niño muy curioso, pero había algo que no le gustaba en absoluto: ¡lavarse las manos! A él no le parecía necesario. Todos los días, después de jugar en el patio y de usar el baño, Juanito se olvidaba de lavarse las manos. Su maestra, la señora Gómez, siempre le decía:

"Juanito, recordá lavarte las manos antes de comer y después de ir al baño. Es muy importante para tu salud y la de los demás."

Pero Juanito respondía:

"No pasa nada, señora. ¡Mis manos están bien así! A mí no me gusta el agua."

Un día, mientras Juanito disfrutaba de su refrigerio con las manos bien sucias de tierra y restos de chocolate, empezó a notar que sus amigos se alejaban de él. Estaba muy confundido.

"¿Por qué no quieren jugar conmigo?" preguntó.

Su mejor amigo, Carlitos, miró a Juanito y dijo:

"Es que tenés las manos muy sucias y puede que eso no sea bueno. No queremos enfermarnos."

Juanito no le dio mucha importancia y siguió comiendo. Pero de repente, sintió un cosquilleo raro en la pancita.

"¡Ay, creo que me duele la panza!" exclamó.

Sus amigos, al verlo así, se preocuparon.

"Juanito, ¿qué te pasa?" le preguntó Sofía.

"No sé, creo que me duele."

La señora Gómez, que estaba cerca, se acercó para ayudarlo.

"Juanito, tal vez lo que comiste no estaba en buen estado. ¿Te lavaste las manos antes de comer?"

"No... pero no creo que eso importe..."

La señora Gómez se arrodilló a su altura y le explicó:

"Cuando no te lavas las manos, puedes llevar gérmenes y suciedad a tu comida y a tu cuerpo. Es muy importante mantenernos limpios. ¿Sabés? Hay gérmenes que no se ven, pero están ahí, y pueden hacernos sentir mal."

Juanito comenzó a pensarlo. Entonces la señora Gómez, con una gran sonrisa, le propuso una idea.

"¿Qué tal si hacemos un juego? Vamos a ver quién puede lavarse las manos y hacer espuma más alta. Y el que lo haga mejor, ¡ganará un premio!"

Los ojos de Juanito brillaron de emoción.

"¿Un premio? ¿Qué premio?" cuestionó intrigado.

"Un divertido estuche de lápices.¡Además de tener manos limpias, que son lo más importante!" dijo la señora Gómez con unael gesto cómplice.

Juanito sintió una gran inquietud por ganar ese estuche. Así que corrió al lavabo, mientras sus amigos lo seguían. Se armó un gran revuelo, todos querían ser parte del juego. Sabía que si se esforzaba, podría ganar.

Al final, todos gritaban de alegría mientras se lavaban las manos, haciendo burbujas y espuma por todas partes.

Cuando llegaron, la señora Gómez observó y sonrió.

"¡Muy bien, chicos! Ahora todos tienen las manos limpias, y eso nos hace sentir mejor y más saludables."

Juanito sintió que había ganado mucho más que un estuche. Había aprendido algo muy valioso.

"Voy a lavarme las manos siempre antes de comer, señora. Y no solo porque quiero el estuche, ¡sino porque quiero tener manos limpias!"

Desde aquel día, Juanito se convirtió en el niño que siempre preocupado por la limpieza y sus amigos lo elogiaban y siempre estaban juntos para disfrutar de sus juegos. Y con una sonrisa continua en su rostro, él les decía:

"Chicos, ¡a lavarse las manos antes de comer!"

Y así, Juanito descubrió que las manos limpias eran el mejor camino hacia la salud y la amistad.

FIN.

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