Las Aventura de Kira y sus Amigos



Era un brillante día de primavera en un pequeño pueblo de Argentina. Kira, una niña curiosa con un gran amor por la aventura, soñaba con explorar el mundo. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, encontró un viejo mapa en un árbol. El mapa, lleno de dibujos y caminos, prometía la aventura de su vida. Decidió que era el momento de partir hacia una aventura que la llevaría a África y Europa.

Kira no podía ir sola, así que llamó a su mejor amigo, Tomás. Los dos decidieron que primero irían a África. "-¡Tomás, este mapa tiene que ser real!" exclamó Kira entusiasmada. "-Me parece un gran plan, Kira. ¡Vamos a buscar un barco!" respondió Tomás.

Arribaron a Tanzania, frente a las majestuosas montañas del Kilimanjaro. Allí, conocieron a Amina, una niña de su edad que también soñaba con aventuras. "-¿Puedo unirme a ustedes?" preguntó Amina esperando su respuesta. "-¡Por supuesto! Cuantas más seamos mejor!" gritaron Kira y Tomás al unísono.

Juntos, los tres amigos decidieron seguir el mapa, que los llevaba a un bosque encantado. Sin embargo, al adentrarse en el bosque, encontraron un río caudaloso que bloqueaba su camino. "-¿Cómo vamos a cruzar?" se preguntó Tomás preocupado. "-¡Yo tengo una idea!" dijo Amina. Decidieron juntar ramas y hojas para construir una balsa. Trabajaron unidos, riendo y disfrutando de la tarea.

Una vez que cruzaron el río, llegaron a una cueva. "-¿Qué habrá dentro?" se preguntó Kira. "-Solo hay una forma de saberlo!" dijo Tomás. Entraron todos juntos y encontraron un antiguo artefacto, que resultó ser un cristal luminoso. "-¡Increíble! Pero ¿qué significa todo esto?" se preguntó Kira.

El cristal comenzó a brillar intensamente y, de repente, los llevó a París, Francia. Aparecieron en medio de una plaza llena de colores y música. "-¡Miren, la Torre Eiffel!" gritó Kira con asombro. Pero pronto, se dieron cuenta que el cristal también había traído un problema: habían atraído la atención de un grupo de niños que querían quitarles el cristal.

"-¡Déjenlo! Es nuestro!" gritó uno de los niños rivales. "-No tenemos que pelear. Este cristal es parte de nuestra aventura!" dijo Amina. Decidieron hablar con ellos. Kira propuso un juego: "-Si ustedes ganan, se quedan con el cristal. Pero si nosotros ganamos, nos dejan en paz".

Los nuevos amigos aceptaron el reto, y así comenzaron a jugar. Fue un gran desafío, lleno de carreras y risas. Finalmente, Kira y sus amigos ganaron. "-Está bien, este cristal es especial para ustedes. ¡Nos vemos en la próxima aventura!" dijeron los niños rivales, ahora amigos.

Kira, Tomás y Amina regresaron al lugar donde habían encontrado el cristal, y al colocarlo en su sitio original, el mapa volvió a desencadenar una luz que los llevó de vuelta a su hogar en Argentina.

De regreso en su pueblo, Kira exclamó: "-¡Nunca supe que aventuras tan increíbles podían ocurrir!" Tomás y Amina asintieron. Aprendieron que el verdadero tesoro de su aventura no fue el cristal, sino la amistad que habían forjado y el valor de trabajar juntos. Así, los tres, en su corazones, llevaban un pedacito del mundo, y juntos soñaron en lo que sería su próxima aventura.

FIN.

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