Las Aventura de la Flor Montaña y Priscila



En un mágico rincón del bosque, rodeado de montañas altas y verdes praderas, había una flor muy especial llamada Flor Montaña. Esta flor no solo era hermosa, con pétalos de colores vibrantes, sino que también tenía el poder de conceder deseos a aquellos que demostraran bondad y valentía. Todos los días, pequeñas criaturas del bosque llegaban a visitarla, esperando que su deseo se hiciera realidad.

Una mañana soleada, una niña llamada Priscila decidió aventurarse en el bosque. Era una niña curiosa y llena de energía, siempre en busca de nuevas experiencias. Mientras saltaba entre las flores y escuchaba el canto de los pájaros, se encontró con un sendero que nunca había visto antes. Intrigada, decidió seguirlo.

Priscila caminó y caminó, hasta que llegó a un claro donde se encontraba la Flor Montaña, resplandeciente y encantadora. Al verla, no pudo contener su asombro.

- “¡Wow, qué flor tan hermosa! ” - exclamó Priscila, acercándose.

La Flor Montaña sonrió y, con su suave voz, le dijo:

- “Hola, Priscila. He estado esperándote. Sabía que vendrías hoy.”

Priscila se quedó boquiabierta.

- “¿Cómo sabes mi nombre? ”

- “Los buenos corazones siempre llegan a mí. ¿Qué deseas? ”

Priscila pensó por un momento.

- “Quiero ayudar a los animales del bosque y hacer que todos sean felices.”

La Flor Montaña brilló intensamente.

- “Tu deseo es noble. Pero necesitarás valentía y determinación. Para ayudar a los animales, primero debes pasar tres pruebas.”

Priscila no dudó, asintió con firmeza.

- “¡Estoy lista! ”

La primera prueba consistía en cruzar un río que corría con mucha fuerza. Priscila observó y vio que algunos patitos no podían cruzar porque se asustaban de la corriente. Con mucho cuidado, hizo un puente con las ramas y guió a los patitos hacia el otro lado.

- “¡Lo logré! ” – gritó Priscila felizmente.

La Flor Montaña, desde su lugar, le aplaudió.

- “Has superado la primera prueba. La bondad que demostraste te dará fuerza.”

La segunda prueba era encontrar un refugio para un pequeño ciervo que se había perdido. Priscila recorrió el bosque, llamando suavemente.

- “¿Dónde estás, pequeño ciervo? No temas, estoy aquí para ayudarte.”

Después de un rato, escuchó un suave balido. Priscila siguió el sonido y encontró al ciervo escondido detrás de unos arbustos.

- “¡Te encontré! Ven, te llevaré a un lugar seguro.”

Con cuidado, lo llevó a un claro lleno de flores y frutas. El ciervo se sintió aliviado y agradecido.

- “Eres muy valiente, Priscila. Has superado la segunda prueba. Ahora bien, queda la última.”

La tercera prueba era la más difícil: debía enfrentar su miedo a las alturas para ayudar a un pajarito fuera de su nido en un árbol muy alto. Priscila miró hacia arriba, sintiendo un escalofrío de nervios.

- “Pero… ¡es muy alto! ”

La Flor Montaña le dijo sabiamente:

- “La valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de enfrentarlo. Recuerda, no estás sola.”

Inspirada por las palabras de la flor, Priscila respiró hondo y con determinación comenzó a escalar el árbol. Con cuidado, llegó al nido del pajarito y lo rescató delicadamente.

- “Aquí estás, pequeño. Ahora puedes volver a casa.”

Al regresar al suelo, la Flor Montaña la esperó con una sonrisa.

- “Has superado las tres pruebas. Ahora, trabaja con amor y bondad, y tus deseos ayudarán a muchos. Tu deseo de servir es el más grande de todos.”

Priscila sonrió feliz y rodeó la flor con sus brazos.

- “Gracias, Flor Montaña. Prometo ayudar a todos los animales y hacer de este bosque un lugar mejor.”

Desde ese día, Priscila se convirtió en una verdadera amiga de la naturaleza, ayudando a los animales y compartiendo su bondad con todos. La Flor Montaña, por su parte, floreció más que nunca, iluminando el bosque con su magia. Y así, juntos, Priscila y la Flor Montaña hicieron del bosque un lugar lleno de vida y alegría, recordando a todos que la bondad y la valentía pueden convertir los deseos en realidades.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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