Las Aventura de las Tanta Wawitas
En un pequeño pueblo en Bolivia, se celebraba todos los años la fiesta de Todos Santos. Esta tradición era conocida por la deliciosa comida y, especialmente, por las Tanta Wawitas, unas muñequitas hechas de harina, agua y sal.
Un día, una pequeña niña llamada Luz estaba muy emocionada porque su familia iba a preparar las Tanta Wawitas para la celebración. Siempre había querido ayudar, pero era muy pequeña.
"Mamá, ¿puedo ayudarte a hacer las Tanta Wawitas?" - preguntó Luz con una gran sonrisa.
"¡Claro, mi amor! Pero debes seguir mis instrucciones para que queden perfectas", respondió su madre, mientras sacaba la harina del armario.
Luz saltó de alegría al escuchar que sí podía participar. Junto a su madre, comenzaron a mezclar la harina con el agua y la sal. Mientras amasaban la masa, Luz miró atentamente.
"¿Por qué hacemos las Tanta Wawitas?" - inquirió Luz curiosa.
"Porque representan a los niños que ya no están con nosotros, y les ofrecemos algo de comer para que sepan que los recordamos con amor”, explicó su madre.
Luz pensó que era una idea hermosa, pero no podía evitar sentirse un poco triste.
"Mamá, ¿y si hacemos algo especial para que todos se sientan felices?" - sugirió.
"Esa es una idea estupenda, Luz. ¿Qué tienes en mente?" - contestó mamá intrigada.
Luz pensó durante un momento y se le ocurrió una idea brillante.
"¡Podríamos diseñar unas Tanta Wawitas de colores y darles diferentes formas!" - exclamó.
"¡Me encanta! Pero necesitaríamos colorantes naturales para que sean lindas. Podemos usar remolacha, espinaca y cúrcuma para los colores", respondió su madre animada.
Juntas, comenzaron a experimentar con los colorantes e hicieron masa verde, roja y amarilla. La cocina se llenó de risas y creatividad mientras daban forma a las Tanta Wawitas.
Con cada tanto wawita que hacían, Luz se sentía más feliz. Cada una tenía un nombre especial: "Tanta Wawita Sonrisa", "Tanta Wawita Sueño", y "Tanta Wawita Alegría".
"¡Mira, mamá! ¡Son como nuestros deseos para los que no están aquí!" - dijo Luz emocionada.
"Exactamente, Luz. Ellas representan amor y recuerdos. ¡Son un símbolo de que siempre estarán en nuestros corazones!" - asintió su madre.
Finalmente, el gran día llegó. Todo el pueblo estaba adornado con flores y comida. Luz y su madre llevaron sus coloridas Tanta Wawitas a la plaza del pueblo y se unieron a los demás.
"¡Miren las Tanta Wawitas que hicimos!" - proclamó Luz con orgullo.
"¡Son hermosas!" - exclamó un niño del pueblo, acercándose a mirar más de cerca.
"¿Puedo tener una?" - preguntó otro niño, con ojos brillantes.
"¡Claro! Podemos compartirlas. Cada uno puede llevarse una de recuerdo. ¡Así todos recordaremos juntos!" - sugirió Luz con una gran sonrisa.
La idea de Luz fue muy bien recibida y pronto todos los niños del pueblo estaban compartiendo y disfrutando de la alegría.
"Esto es mucho mejor de lo que pensé. Tu idea hizo la fiesta mucho más especial, Luz", le dijo su madre con orgullo.
"Gracias, mamá. Me siento feliz de que todos compartamos este momento", respondió la niña, con los ojos llenos de alegría.
Al final del día, Luz recordó que, aunque había una mezcla de emociones en la celebración, el amor y los buenos recuerdos eran lo que realmente importaba.
Aquella noche, mientras regresaban a casa, Luz miró las estrellas.
"¿Crees que mis Tanta Wawitas estarán mirando desde el cielo?" - preguntó.
"Seguramente, y estarán muy felices por el hermoso homenaje que hiciste por ellos, Luz. Siempre te acompañarán en tu corazón", respondió su madre, abrazándola con cariño.
Y así, con la noche llena de estrellas, Luz soñó con los muchos más años de amor y recuerdos que harían juntos, cada Todos Santos, en su pequeño pueblo.
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FIN.