Las Aventura de Lila y Tomás
En la bulliciosa universidad de Villa Esperanza, donde cada día era una sinfonía de risas y susurros, se encontraron dos almas destinadas a tejer un romance inesperado. Ella, radiante como el sol en su apogeo, inundaba los pasillos con su risa contagiosa y su espíritu efervescente. Era Lila, una estudiante de comunicación social, siempre con su cámara lista para capturar los momentos más divertidos.
Un día, mientras Lila ajustaba su objetivo para fotografiar a sus compañeros lanzando globos de agua en un día de calor, notó a un chico en las sombras. Él no se animaba a unirse a la diversión. Era Tomás, un estudiante de ingeniería que llevaba meses en la universidad, pero aún no había encontrado su lugar. Lila, al ver su cara de melancolía, decidió acercarse.
"¿Por qué no te unes? ¡La diversión es contagiosa!" - le dijo con una sonrisa brillante.
Tomás la miró sorprendido. No estaba acostumbrado a que le hablaran de esa manera.
"No sé... No soy muy bueno en estas cosas. Prefiero quedarme al margen." - respondió con timidez.
Lila, decidida a sacarlo de su caparazón, lo tomó del brazo.
"¡Vamos! Un poco de agua no le hace mal a nadie. Además, no puedes perderte esto, ¡es una locura!" - insistió.
Después de un momento de duda, Tomás aceptó. La alegría que Lila emanaba era irresistible. Con cada globito que volaba, una burbuja de confianza se iba formando en el corazón de Tomás. Al finalizar la tarde, ambos estaban empapados, pero con una risa que resonaba más fuerte que el agua.
"¡Eso estuvo increíble!" - exclamó Tomás, su sonrisa se había vuelto auténtica.
"¿Ves? A veces hay que salir de la zona de confort un poco. Te prometo que no muerde." - dijo Lila.
A partir de ese día, Lila y Tomás comenzaron a explorar juntos la vida universitaria. Se convertían en un equipo; ella siempre con su cámara, capturando momentos felices, y él ayudándola a organizar eventos para promover la creatividad entre los estudiantes. Pero pronto, Tomás se dio cuenta de que la fama de las fotografías de Lila crecía diariamente y comenzó a sentir celos.
"¿Por qué no me incluyes en tus fotos? Se siente como si solo fueras tú..." - le expresó en una tarde nublada.
Lila lo entendió y decidió cambiar las cosas.
"Pero Tomás, no es solo sobre mí. Tú también eres parte de esto. ¡Hagamos un proyecto juntos!" - propuso entusiasmada.
Desarrollaron una idea brillante; crearon una exposición de fotos donde cada imagen contaba una historia sobre la amistad. Trabajaron juntos, y con el tiempo, Tomás se dio cuenta de que la comunicación era su fuerte, no solo en los planos técnicos de la ingeniería, sino también al escribir sobre los sentimientos detrás de cada foto.
Así fue como Lila le enseñó a Tomás a ser más expresivo. En el camino, sus corazones comenzaron a acercarse, y un hermoso romance fue creciendo.
Lila lo miraba con admiración mientras él revisaba todo lo técnico de la exposición, y eso lo hizo sentir capaz y fuerte.
"¿Sabés qué? Me encanta que estemos haciendo esto. Nunca pensé que podría compartir algo así." - dijo Tomás una vez.
"Cada uno tiene su propio brillo. El mío viene de la alegría, y el tuyo, de la sabiduría. Juntos podemos hacer magia" - contestó Lila, con una mirada llena de complicidad.
Cuando finalmente llegó el día de la exposición, la universidad estaba llena de alumnos curiosos. Lila y Tomás, de la mano, observaron cómo la gente se detenía a admirar su trabajo.
"¡Mirá! La gente se está divirtiendo y disfrutando lo que hicimos" - dijo Lila, radiante.
"Nunca hubiese pensado que podría expresar tanto a través de las fotos. Gracias por ayudarme a encontrar mi voz." - respondió Tomás, con gratitud.
Esa noche, mientras el sol se escondía entre las montañas, Lila tomó su cámara un instante más.
"Vamos a sacar una última selfie, para recordar este día" - sugirió.
Tomás posó junto a ella, y en ese instante supieron que no solo habían creado una exposición, sino también un recuerdo que quedaría atesorado por siempre en sus corazones mientras continuaban su aventura juntos en la universidad, la vida y el amor.
FIN.